Papelito habla – Opinión de John Zamora

Por John Zamora (Director de Revista Zetta 20 años).- El papelito dice que Cynthia trabajó diez años (2008-2018) como gestora de proyectos sociales en la firma de la abogada Ruby Torrejano.

Ese papelito estaba en el dossier que se allegó a su hoja de vida, sirvió para acreditar experiencia laboral y optar al contrato de OPS como Primera Dama de la Alcaldía de Cartagena, con aureola de “alta confianza” pregonada por el alcalde entrante William Dau.

Ese papelito andaba arrumado, haciendo bulto, invisible, anónimo, infeliz, carilargo, en los archivos de Talento Humano… hasta que apareció otro papelito.

Ese otro papelito decía que “no hemos tenido ningún vinculo laboral ni contractual”.

Ese otro papelito era del gerente de la firma de Ruby Torrejano, lo que sacó al papelito de su infeliz anonimato y lo catapultó como “prueba reina” de algo mayúsculo.

La firma de la señora Torrejano en el papelito es diferente a la del otro papelito. La del papelito no es y la del otro papelito sí.

Así que el papelito -antes infeliz y ahora famoso- tiene cara de contener dos falsedades. Una, que Cynthia nunca trabajó en esa firma, y, dos, que la firma que allí aparece la hizo otra persona, no Torrejano. Eso, en términos “dausinanos” es una protuberante y meridiana malandrinada, pues solo los malandrines hacen todas esas maromas para obtener una OPS, dice la doctrina Dau.

La señora Torrejano, enterada del pepelito, ha puesto la situación en conocimeinto de la Fiscalía, y como no le consta quién fue el autor o autora de la malandrinada, denunció a “desconocidos”.

¿Quién falsificó el papelito? ¿Quién metió el papelito en la hoja de vida de Cynthia? ¿Habrá sido alguna mente perversa y malandrina? ¿Habrá sido la misma Cynthia? ¿Fue sin querer queriendo?

Para aclarar, pedí una entrevista con la Primera Dama a través del conducto regular, la Oficina de Comunicaciones, y la respuesta fue negativa «por sugerencia de su abogado».

Los interrogantes son muchos, el sabor es rancio y el olor es nauseabundo. Que la Fiscalía se ponga mascarilla, traje antifluido, y nos diga la verdad.

Si un Secretario de Despacho o un director de instituto tiene un contratista en esta situación, ¿Qué hace? ¿Lo defiende a ultranza como ha hecho Dau con Cynthia, o le suspende el contrato hasta que se aclare el tema, o denuncia la situación ante la Fiscalía? ¿Qué hace?

Si se descubre que un concejal de Cartagena introdujo en su hoja de vida un documento falso, ¿qué hace Dau? ¿Lo defiende como a Cynthia o le lanza todos los rayos y centellas de su ígneo verbo?

Mucho más inquietante que un cuestionamiento penal o disciplinario, es el moral. Lo que está en discusión es si la lucha contra la corrupción es universal o si es selectiva y propensa a amiguismos.

Al privilegiar o proteger o justificar o estirar el caucho de las conductas indelicadas o cuestionables de sus colaboradores, Dau deshace su discurso anticorruptivo y lo convierte en una cruzada partidista: solo aplica para los que él considera malandrines, y excluye a los que le sirven.

Olvida que por muy alta que sea la confianza en una persona, ello no es licencia para burlar el ordenamiento, y mientras más se extrema el discurso anticorruptivo, mayor escrúpulo debe haber en toda conducta. Ni una tenue mácula es admisible.

Queda claro que el papelito no solo habla de una conducta individualizada, en este caso el papelito habla de la entereza moral de la Administración y su rector.

JZ.

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