Rodrigo Arzuza: “Mi camino es servirle a la gente”

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Las intrincadas calles del barrio El Socorro fueron la luz primera que vio Rodrigo Arzuza Jiménez, nacido en el hogar de una pareja laboriosa: José Ignacio Arzuza y Carmen Irene Jiménez Zambrano. Él, pensionado de Puertos de Colombia, también un consagrado líder del barrio Olaya Herrera. Ella, docente actual del Colegio Departamental, un ejemplo de dedicación y compromiso con la comunidad educativa.

De ellos viene el sentido social que evidencia Rodrigo Arzuza, quien está sacudiendo las estructuras políticas de los municipios de Bolívar con el propósito de lograr ser elegido el próximo Gobernador de Bolívar.

Sin pedir permiso a ninguna casa política, ni tampoco hacer la tradicional carrera electoral, proclama la independencia como uno de sus valores, y tiene claro que de llegar a la Gobernación de Bolívar superaría lo logrado por Juan Carlos Gossaín y le daría un toque de calidad humana a la gestión.

En los círculos políticos municipales ya se comienza a hablar de su plataforma política, y la expectativa generada en torno a su nombre motivó que Revista Zetta le buscara y ahondara en la historia y propuestas de este candidato, que pretende surgir como un verdadero fenómeno político en Bolívar.

Hace diez años encontró el amor en Carmen María Atencia Martelo, a quien conoció en una integración universitaria cuando ambos estudiaban Contaduría Pública. De la unión han nacido sus hijos Rodrigo José, de 9 años; Isabela, de 3, y Julieta, de 3 meses.

Usted es un hombre joven. ¿Cómo inició su trayectoria?

“Tengo 34 años, nací en el barrio El Socorro, me crié en Blas de Lezo, Olaya Herrera y Nuevo Bosque, y actualmente vivo en el barrio El Country. Hice mi primaria en el colegio José María Córdoba, conocido como “el calabozo” en el barrio Nuevo Bosque, porque estudiábamos con gente de las pandillas de La Campiña, Nuevo Bosque y alrededores… era donde mi familia podía sustentar los estudios…”

¿Y por qué no resultó en una pandilla?

“Porque yo tengo claro algo: en la vida uno decide qué quiere hacer, y la verdad es que el camino que tomé es el de servirle a la gente sin hacerle daño a nadie”.

A veces esos rasgos de servicio se manifiestan en el colegio, ¿acaso fue personero estudiantil o algo parecido?

“Era muy extrovertido que siempre llamaba la atención, muy alegre y no me gustaba ninguna injusticia, pero en ese entonces no estaba instituida la personería estudiantil. El bachillerato lo hice en dos instituciones: inicié en el colegio de Terminal y me gradué en el Juan José Nieto”.

¿Qué determinó estudiar contaduría pública?

“Mi mamá me dijo: quiero que decidas qué carrera escoger, y barajé entre ingeniería de petróleos, contaduría pública o ingeniería de sistemas. Me decidí por la contaduría porque siempre me fue muy bien en los números y las matemáticas”.

¿Cómo inició su vida como contador?

“Estudié contaduría pública en la Universidad de San Buenaventura y comencé a hacer las prácticas. Me pagaban 60 mil pesos en la Joyería Caribe, y allí comencé a adquirir experiencia. Era el primero que llegaba y el último que salía, trabajaba de lunes a sábado. Tenía claro que lo importante no era el dinero sino aprender para abrir nuevas puertas”.

Rodrigo Arzuza narra que estando allí, la contadora jefe le dijo que presentara una propuesta a una empresa de servicios temporales y de aseo, para una asesoría, y la llevó. La propietaria acogió la propuesta y le pidió a su jefa que le enviara un profesional, y le enviaron otra persona, pero a la cliente no le gustó. Se le envió otro contador y tampoco, pues la empresaria se había fijado en el talento de Arzuza.

La propietaria le dijo que se quedara a trabajar fijo, y ventiló el asunto con su jefa y el gerente de la joyería, quienes le dieron vía libre para salir.

Comenzó como auxiliar contable, auditor, contador público y terminó como revisor fiscal. Al propio tiempo se especializó en gerencia de impuestos en la Universidad Externado de Colombia y pronto se hizo independiente.

El salto al sector público

Su padre, que ha sido líder cívico en Olaya Herrera y había incursionado en la política, estaba ayudando a su hermano Juan Carlos Arzuza a conseguir puesto como odontólogo, pero sin fortuna, hasta el día que le dijeron: hay una oportunidad, pero para el contador. Era el año 2005 en el Distrito de Cartagena, en la Secretaría de Hacienda en calidad de asesor. La titular era María Emma Flórez, quien le dio la oportunidad. Pasó a la sección financiera bajo las instrucciones de Alberto Llamas, quien le encargó el informe financiero y la deuda pública del Distrito, y allí comenzó a demostrar que tenía plena capacidad para el servicio público.

No obstante también se presentaron tropiezos, como el sentido de la prontitud para hacer las labores. “Alguien me dijo: cálmate, que aquí en lo publico las cosas se hacen a otro ritmo, y a mi me gustan las cosas rápidas”.

Luego vino la Administración de 2008 de Judith Pinedo, y yo había votado por Juan Carlos Gossaín. La secretaria de Hacienda, Vivian Eljaiek, me llevó a Bogotá al Ministerio de Hacienda para gestionar recursos, y el ministerio decía “no se puede, no se puede”, que es la salida más fácil, pero iba “macheteado” pues había revisado los documentos y encontró que habían instrumentos para liberar recursos para la inversión pública en Cartagena.

La alcaldesa Pinedo le dijo a la Secretaria en su presencia: “¡cuidado me dejas ir a ese pelao!”

Eljaiek consideró que Arzuza estaba para más altas responsabilidades. “Ella me dio el empujón para demostrar mis capacidades”. Pasó a la sección de impuestos, con un equipo de nueve personas, llevaron al Distrito de Categoría Primera a Especial, pues el recaudo era bajo y se obtuvo el pico más alto en la historia del recaudo en Cartagena.

La estabilidad de su trabajo quedó en vilo cuando los cartageneros eligieron a Campo Elías Terán, habiendo Arzuza votado por su contendora, María del Socorro Bustamante.

A su madre, preocupada por su futuro, le dijo: “Tranquila, que unas puertas se cierran y otras se abren, la ayuda no es del hombre sino de Dios… El año que viene me van a dar un empleo mejor…”

¿Cómo fue su vinculación a la Secretaría de Hacienda de la Gobernación?

“Antes que se acabara el año me llamaron para ser el Secretario de Hacienda de la Gobernación de Bolívar con Juan Carlos Gossaín. Estuve ocho meses pero en los primeros seis logramos hacer lo que en 12 años no había hecho ninguna administración, abrirle las puertas al desarrollo de Bolívar y logrando la confianza del gobierno nacional.

Lo sacamos de la ley 550 de quiebra; aparentemente había que pagar $50 mil millones y terminamos pagando $19.500 millones; ello permitió también que se liberara la intervención en salud, y liberar también el embargo Santamaría que le quitaba $24 mil millones a las rentas departamentales, que hoy son libres para inversión social.

En Bogotá, ante a Federación Nacional de Departamentos, Bolívar fue el primer departamento en firmar un convenio para fortalecer las rentas departamentales, tanto así que las rentas crecían al 5% y comenzaron a crecer al 12%.

El gobernador me dijo que el Hospital Universitario del Caribe también necesitaba un plan financiero, en septiembre del 2012, con una pérdida acumulada de $1.500 millones aproximadamente; a diciembre la disminuimos a $700 millones, pero un año después la utilidad fue de $9 mil millones, y a 30 de junio de 2014 la utilidad va en $7 mil millones. Se pasó de facturar $3.500 a $7 mil millones mensuales, de recaudar $1.400 millones anuales en estampilla, a $3.500 millones anuales; eso se tradujo en mejorar el cumplimiento a los trabajadores, o pasar de 95 a 245 camas; e incluso presentar un proyecto para habilitar los pisos faltante con un helipuerto; fue un gran trabajo en equipo, con la directora Elga Ehrhardt.

Todo eso lo hicimos gracias a Dios y al trabajo en equipo. Gracias a la firme convicción de que podemos hacer las cosas cada vez mejor y podemos dar mejores resultados. Las personas no son importantes ni por la plata ni por los títulos, sino por lo que somos como seres humanos”.