Por Ambrosio Fernández (Especial para Revista Zetta).- Cartagena de Indias, 27-01-2021 | Como lo manifesté en mi anterior escrito en el cual señalé los principales aciertos del primer año de gestión de William Dau, el hoy burgomaestre ha sido un terremoto en el panorama político cartagenero. Aspecto que señalé en primer lugar, como algo bueno porque invita a los políticos tradicionales a pellizcarse y a hacer las cosas bien y en beneficio de los ciudadanos hacia el futuro. Pero como cualquier terremoto, inevitablemente trae sus estragos, escombros, pérdidas y réplicas que incluso perduran en el tiempo.
No es fácil juzgar al detalle la labor de Dau en la Alcaldía, pues nadie pensó que 2020 traería una crisis sanitaria mundial con desafíos que todavía no terminamos de dimensionar. Además, en una ciudad del tamaño de Cartagena y con tantas complejidades sociales, serán muchos los pendientes que tiene el alcalde y que pasamos por alto, pero sin duda hay algunos que marcaron su agenda y su accionar en 2020.
Desde su elección Dau sabía que tenía por delante un desafío de tamaño mayúsculo y que tendría que buscar la mejor forma de abordarlo. Precisamente en ese abordaje de las grandes problemáticas de la ciudad es en las que ha fallado. Para cambiar el mundo no es necesario incendiarlo. Sus constantes enfrentamientos con el Concejo o con sus adversarios dejaron de ser algo anecdótico a tener una visión preocupante. Fueron muchos los proyectos y las iniciativas que se demoraron en arrancar o en la actualidad están andando a media marcha por los enfrentamientos de Dau. En los momentos más críticos del primer pico de contagios, el alcalde protagonizó peleas en el marco de las gestiones urgentes para tratar de atender la emergencia.
No se trata de un asunto de malas palabras o de moralismos. Una ciudad sumida en una crisis política de décadas, en la que muchos cartageneros, entre otras por los efectos económicos de la pandemia, se van a dormir con hambre, lo último que necesita es quién llegue a acabar con todo con ínfulas de “refundador” de la ciudad. Cartagena requiere alguien que construya sobre lo construido, que reconozca aciertos y que termine de una vez por todas con las malas prácticas en lo público. Pero en cada uno de estos aspectos ha fallado el alcalde. Ni ha construido sobre lo construido, no ha reconocido aciertos de sus antecesores y malas prácticas en lo público, como la falsificación de documentos, se han dado incluso en su círculo más cercano.
El alcalde más mediático de los últimos años, debería entender que las formas en su actuar también importan y que, para dirigir la ciudad, no bastan las buenas intenciones.
Ambrosio Fernández
Twitter: @AmbrosioFma