La conversación, el debate y el fuego – Opinión de Álvaro Royo desde Xiamen

Por Álvaro Royo Bárcenas (Especial para Revista Zetta).- (Xiamen – China).- Marzo 7, 2021.- Dicen los antropólogos, esos señores que, con batas de doctor y brochas en mano, van excavando en la tierra y en las montañas para descubrir y describir cómo era el hombre primitivo en sus inicios. Juntando huesos, vasijas, restos de comidas y cenizas nos reconstruyen el pasado en detalle.

Y dicen estos señores que el hombre aprendió a crear y a controlar el fuego y luego se sentaba alrededor de este a conversar, a debatir.

Luego de milenios el ser humano logró por fin controlar el fuego, lo manipula y lo usa a su antojo, pero cada día nos damos cuenta que de esos dos eventos que nacieron casi juntos, la segunda, las conversaciones, cada día son más difíciles de controlarlas,  la similitud entre estos dos fenómenos es tan evidente que podríamos incluso compararlas para evitar y lograr que alguna de ellas se salga de control, ahora bien,  si miramos en nuestros centros urbanos podemos observar que contamos con estaciones de Bomberos que nos cuidan de los daños que nos puede causar cuando el fuego se sale de nuestro control,  este que así como construye  destruye, está en plena observación por parte nuestra para evitar que nos afecte.

Hace unos años visitando la Ciudad Prohibida en Beijing, que era el sitio imperial donde vivían el Emperador y su Corte en China pude observar unos recipientes en bronce gigantescos con muy lindos detalles pero de grandes medidas esparcidos en diferentes puntos; preguntando al guía que si eran para decoración o para dar de beber a la gente y me respondió que estos cumplían la función para proveer agua en caso de incendios ya que todas las edificaciones eran de madera, y lo más interesante, por ser Beijing una ciudad con largos y crudos inviernos donde toda el agua de lagos y ríos se congela, entonces durante esos meses estos hermosos tanques de bronce tenían que tener fuego las 24 horas durante los meses que durara el frio para evitar que el agua se congelara y con el agua líquida poder sofocar cualquier incendio.

Es evidente que hemos tomado todas las precauciones para que el fuego que hemos usado durante milenios no nos afecte, pero de igual forma también hemos creado artilugios para mantenerlo vivo y tenerlo controlado,  pero no hemos en nuestros tiempos modernos tomado las precauciones debidas para mantener la conversación, controlada, usarla de la manera correcta sin que se salga de control y nos queme, nos destruya.

La conversación como el fuego, construye y destruye y en nuestros tiempos la estamos usando para destruirnos, para crear caos, para desunirnos para dividirnos.

La pos verdad nos ha llevado a que nuestras conversaciones y nuestro debate esté en estos momentos fuera de control,  y yo personalmente no veo bombero alguno que nos ayude a poner orden, las buenas conversaciones, el buen debate argumentativo.  Y no es un detalle menor teniendo en cuenta que del consenso entre diferentes actores se arma la estructura que puede poner en funcionamiento una sociedad,  una comunidad, pero allí estamos,  atascados en una demolición verbal,  divididos en tribus dentro de nuestros espacios de convivencia, incapaces de poner bajo control nuestras palabras y nuestras conversaciones  en donde la descalificación y los ataques personales han reemplazado el tema central, la sustancia, el buen argumento, las buenas ideas.

Le hemos dado la importancia que se merece el control del fuego, pero no nos hemos detenido a analizar del poder destructor de una conversación y de nuestras palabras fuera de control, nos basta con reafirmar nuestros puntos de vista y ponemos de lado la verdad, nos fastidian los que piensen distinto y ponemos etiquetas, marcamos a nuestros contradictores desechando lo valioso que puedan aportarnos porque estamos llenos de certezas las cuales nos alejan de la realidad, apropiarnos de la verdad es un ejercicio permanente que nos mantiene en un mundo paralelo.

Tribus y divisiones hasta dentro de nuestras propias casa, caos y división en nuestra ciudad, creemos que sabemos todo y tampoco es que no sepamos nada, pero dejar de lado la evidencia para solo mirarnos el ombligo y reafirmar nuestros puntos de vista está separándonos tanto que lo estamos incendiando todo.

Como siempre allí está mi email al pie de página para los que quieran escribirme sus opiniones acerca del tema y con mucho gusto les responderé

¡Un abrazo!

Álvaro Royo Bárcenas

Xiamen-China

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