Vergüenza mayúscula… acrecentando la deuda histórica – Opinión de Alfonso Cassiani Herrera

Por Alfonso Cassiani Herrera (Especial para Revista Zetta).- Cartagena de Indias, 11 de julio de 2021.- “La isla de Haití me recibió con hospitalidad: el magnánimo presidente Petión me prestó su protección y bajo sus auspicios formé una expedición de trescientos hombres plagados de valor, patriotismo y virtud ¡Gracias al pueblo de Haití mis compatriotas serán nuevamente libres!”, fueron las palabras con las cuales Simón José Antonio de la Santísima Trinidad Bolívar Palacios Ponte y Blanco, en un acto oficial, en 1818 reconoció el invaluable aporte del pueblo haitiano a las independencias de la región.

Dos años antes, en 1816, Simón Bolívar arribó a Haití luego de su duro exilio en Jamaica, conocedor del apoyo de la primera República Independiente del Nuevo Mundo a las causas emancipadoras. En efecto, fue respaldado con entrenamiento, recursos económicos, hombres y la mítica Espada de Haití que acompañó a Simón Bolívar durante los nueve años de luchas emancipadoras, la misma espada que blandió en Guayana, Angostura, Nueva Granada; Boyacá, Carabobo, Bomboná y en la célebre batalla de Junín.

La espada fue conservada por Bolívar como el emblema que además de liberar la primera república, fue partícipe de la independencia de Colombia, Venezuela, Ecuador, Perú, Bolivia y Panamá. Sin embargo, diez años antes, en 1806, el general Alexandre Petión Sabas había ofrecido y entregado a Francisco de Miranda la Espada Libertadora de Haití para la gesta independentista, Miranda, precursor de la emancipación americana, devolvería el emblema de la libertad haitiana que, diez años después, fuera entregado a Bolívar.

Lo único que solicitó el general Petión a su entonces aprendiz, Bolívar, fue que proclamara la abolición de la esclavitud en todas las tierras que fueran liberadas, y pese a que Bolívar le manifiesta: “Mi reconocimiento no tiene límites por las bondades con que me ha colmado, usted es el primero de los bienhechores de la tierra. Un día la América lo proclamará a usted su Libertador”, soló con desembarco en Margarita, Carúpano y Ocumare de la Costa, Bolívar cumplió con su promesa y proclamó la abolición de la esclavitud.

En lo que a la actual República de Colombia se refiere, el Estado y sus gobernantes, desde el mismo Bolívar, nunca se le cumplió al pueblo haitiano ni con la abolición en la medida en que se liberaban las repúblicas, ni con el reconocimiento a tan loable aporte, contrario a ello, el estupor que encerró la noticia del vil asesinato del presidente de Haití, Jovenel Moïse, el pasado 7 de julio, a manos de un nutrido comando militar integrado, según han informado los medios, por al menos veintiocho hombres.

Según trascendió, al menos 15 de los asesinos, serían colombianos y dos haitianos con ciudadanía en los Estados Unidos. La sevicia con la que estos 28 cobardes mercenarios, se ensañaron contra la humanidad del presidente, torturándolo para luego asesinarlo con múltiples tiros. Forma que nos recuerda la crueldad de nuestra violencia de laque por demás aun no salimos, y que pareciera cada día cobrar mayor vigor desastroso, ahora también la importamos cuan producto tipo exportación a través de exintegrantes del Ejército colombiano.

Seguimos preguntándole a la historia por qué Bolívar no le cumplió a Alexandro Petión, cuyo respaldo fue fundamental para reconstruir su ideario independentista. Por qué la republica colombiana no le ha cumplido al pueblo de Haití, cuyos recursos subsidiaron la causa y potenciaron las luchas independentistas. Por qué Latinoamérica no correspondió con un pueblo cuyo ejemplo y hechos dieron las luces y el valor necesario para seguir soñando en la independencia, incidiendo de forma directa en la misma.

Hoy se suma una nueva afrenta al pueblo haitiano, y es que indistintamente de si se está políticamente de acuerdo con uno u otro mandatario, cada pueblo tiene el derecho a la autodeterminación sin injerencia de ningún tipo y es precisamente lo que no se le ha permitido al pueblo haitiano, el jugoso negocio del azúcar y otras riquezas naturales además de su estratégica posición han sido la excusa para dejar en claro que Occidente jamás le perdonará la osadía de haber sido el primer pueblo libre, independiente que en forma de República dijo Si se puede.