Un silencio a gritos – Opinión de Horacio Cárcamo

Por Horacio Cárcamo Álvarez (Especial para Revista Zetta).- Cartagena de Indias, 20 de julio de 2021.- Era una verdad a gritos mantenida en el silencio encubridor de la oficialidad de los salones de llamadores y blasones en los que el tiempo pareciera se detuvo por el encanto de la mar y el paisaje urbanístico de murallas y casonas de tejas rojas con grandes ventanales. En más de una razón podría encontrarse la explicación de aquella sordina, por demás ciega, de una crisis social  estrepitosa y del tamaño de una catedral.

Una de ellas podría encontrarse en los nostálgicos convencidos de su linaje con la casa real de los Borbones para quienes Cartagena es la ciudad antigua y los barrios lujosos y millonarios hasta donde les alcanza la visual, o en la imaginario de quienes consideran que lo público es una especie de mercedes y encomiendas a través de las cuales se pagan del presupuesto oficial los gastos -considerados inversiones- de campañas políticas a usanza de los tiempos de la conquista y la colonización,  también podría hallarse en la valorización por las élites de considerar que esa otra ciudad simplemente sobra, y por lo tanto no existe.

Sin embargo, a pesar de aquellos miramientos, la Covid 19 logró dos cosas: dejar al descubierto y sin  eufemismos una realidad continua que nos da cuenta de una ciudad fracturada territorial y socialmente, con hambre, sin esperanzas y una dirigencia que no la piensa, ni la representa y poner en la calle a unos jóvenes que le entraron a las marchas sin miedo, con suficiente entereza para resistirse a ser vistos como los que sobran y reclamando con decisión el reconocimiento real y la vigencia inmediata de sus derechos fundamentales para poder existir con dignidad.

De acuerdo con los registros de Minsalud en los primeros 15 días del mes de julio del año en curso van 123 muertos por covid 19 en Cartagena, más que en la retoma del Palacio de Justicia. Pese a la magnitud de la tragedia humanitaria son pocas las explicaciones que se conocen de las autoridades distritales sobre lo que acontece con la pandemia y menos se conoce sobre políticas para contener los contagios y la alta letalidad. Según El Tiempo, Cartagena es una de las ciudades protagonistas del drama ocasionado por el covid 19; la segunda con más muertes por cada 100.00 habitantes.

El DANE da cuenta que los estratos 1, 2 y 3 concentran el 87.1% de las muertes relacionadas con la pandemia, y de ese porcentaje el 61.5% son del 1 y 2 del total nacional. A los pobres no solo les ha tocado sufrir los rigores de la exclusión social y el hambre, sino que además por su vulnerabilidad ponen el mayor número de muertos.

Cartagena es una ciudad asombrosamente desigual, con enorme concentración de la propiedad y del ingreso, y con el mayor nivel de pobreza extrema entre sus pares del país. Los ingresos mensuales de más de 33.000 cartageneros no alcanzan los 117.605 pesos, viven con un poco menos de 4000 pesos diarios y de acuerdo a las proyecciones de la Universidad de los Andes -en este tiempo de covid 19- expuestas por la fundación Cartagena como vamos el 47% de la población se encuentra en situación de pobreza. 

Para lamentar si se tiene en cuenta que por ser sede alterna del gobierno le debiera merecer, por lo menos, un poco más de consideración en la inversión nacional, y  además por el valor como destino turístico preferido nacional e internacionalmente demandar de su dirigencia más pudor, honestidad y vergüenza.