Tercera y última entrega del reportaje sobre la Cultura en Cartagena de Indias.
Por Manuel Lozano Pineda (Especial para Revista Zetta).- Cartagena de Indias, 15 de agosto de 2021.- “Cartagena es un desastre social y las cifras son abrumadoras” señaló recientemente el rector de la Universidad del Norte, Adolfo Meisel Roca, durante un foro con dirigentes regionales.
El académico y ex codirector del Banco de la República (2013-2018) considera que Cartagena es una ciudad rica, pero con bajo recaudo de impuestos locales, con gran inversión industrial, un puerto de primer orden, principal destino turístico, con dinámica económica para vivienda de alta gama, y toda esa riqueza no le llega a la gente más excluida, que vive entre el barro.
Meisel Roca, junto a María Aguilera Díaz, en una investigación del Banco de la República: “Tres siglos de historia demográfica de Cartagena de Indias”, en 2009, dice que “el gran reto social para Cartagena, en las próximas décadas, es la eliminación de las enormes desigualdades que tienen sus habitantes, en cuanto a las oportunidades para tener una vida en condiciones materiales dignas. Hasta ahora ningún plan de desarrollo ha reconocido esta dimensión étnica y espacial de los desequilibrios sociales de la ciudad. Además, el objetivo de desarrollar la competitividad turística de la ciudad, no debe servir más como soporte para la profundización del patrón de segmentación urbana en términos de acceso a la ciudad histórica, la línea de playa y la bahía, y de abandono del resto de la ciudad”.
Estos análisis y conclusiones de profesionales, especialistas y académicos se vienen repitiendo desde hace más de tres décadas, y Cartagena parece estar sorda y estática: a los líderes, empresarios y políticos estos estudios y sus propuestas poco les interesan; muchas de las sugerencias y líneas de trabajo recomendadas no son tenidas en cuenta, y las que se tienen en consideración, no tienen seguimiento y mueren en su proceso. Los intereses no están en la ciudad. El tema cultural es otro de los asuntos que poco interés genera en los gobernantes y los dirigentes.
Lo cultural es una extensión de lo social; es un espejo de lo que somos como sociedad, y que en Cartagena es un reflejo opaco que ha creado la sensación de estar en una ciudad con un débil tejido social y poco sentido de pertenencia. Después de 20 años de creado el Instituto de Patrimonio y Cultura, no es mucho lo que se ha avanzado y poco es el aporte de este Instituto en lo social. Los organismos distritales responsables de apoyar, motivar, respaldar y fortalecer los procesos están bajo el capricho de alcaldes y las alianzas con el Concejo. Muy poco, o casi nada está garantizado para el sector.
En las dos entregas anteriores de este balance de la cultura en Cartagena consultamos a una buena parte de los protagonistas de los últimos 20 años en el manejo del tema cultural en el Distrito: Fredy Durante, Araceli Morales, Ángel Thorrens, Gina Ruz, Nacira Ayos, Bertha Arnedo e Iván Sanes compartieron sus opiniones y experiencias sobre lo que ha pasado. En esta entrega ellos nos dan su visión de qué es lo más importante para trabajar en el sector.
Ver las dos primeras entregas en estos enlaces:
Cultura en Cartagena: Riqueza sin garantías (1) – Reportaje de Manuel Lozano Pineda
Cultura en Cartagena: Riqueza sin garantías (1) – Reportaje de Manuel Lozano Pineda
Cultura en Cartagena, riqueza sin garantías (2): Luces, destellos y sombras
Cultura en Cartagena, riqueza sin garantías: Luces, destellos y sombras
También consultamos para esta radiografía a investigadores, gestores, y conocedores como el economista Aaron Espinosa, el actor de teatro William Hurtado, el gestor cultural Ariel Ramos, el sociólogo Raúl Paniagua, la gestora cultural y líder cívica Claudia Fadul, el realizador audiovisual y ambientalista Haroldo Rodríguez.
PLANEACIÓN
Para Aaron Espinosa, economista, entre las prioridades del ente oficial debería estar la planeación no solo en los ingresos sino en la ejecución de los recursos.
Sobre este tema Espinosa dice que desde el 2008, la ejecución del presupuesto de cultura ha sido bajo por diversas razones. Tanto por defectos en la planeación presupuestal que surge en el proceso de aprobación por parte del Concejo Distrital, como por ineficacia de los ejecutores del IPCC o por aspectos coyunturales como la pandemia, que hizo que el presupuesto ejecutado en 2020 cayera en 54% comparado con el de 2019.
“En general, los recursos se destinan a atender partidas que no se han modificado a largo del tiempo: gastos de funcionamiento, dotación de infraestructuras, fiestas populares, convocatorias de creación… En este sentido el IPCC no ha abierto nuevos frentes de inversión. Esto en parte se debe a la debilidad e inestabilidad presupuestal y su baja capacidad de interlocución en las distintas administraciones. En este sentido, su “autonomía” institucional no se ha traducido en incidencia real para disputar una mayor tajada en el presupuesto público (aunque esto también es consecuencia de la acendrada visión de que la cultura importa poco frente a otros frentes como la salud o la educación, cuando presentan fuertes eslabonamientos).
“Estos recursos no cuentan los enormes esfuerzos en la inversión de recursos de manera autónoma, sin ayuda del Estado, por creadores, gestores, trabajadores y otros que se encuentran en una etapa difícil con motivo del impacto de la pandemia y la crisis económica.
AVANCES
Sobre los avances que ha tenido el tema cultural en la ciudad, la líder cívica y gestora cultural Claudia Fadul piensa que “el sector ha avanzado en muchísimos temas, no tanto como quisiéramos pero sí es digno de reconocimiento: el aumento considerable de público y la consiguiente participación del mismo en festivales, teatro, ferias artesanales, exposiciones de arte, reconocimiento de la música urbana, grafitis y una de las más importantes a mi modo de ver es la concientización de la ciudad patrimonial. Programas como los que iniciamos y que aún perduran en la Sociedad de Mejoras Públicas, y a ahora en la Escuela Taller tales como el último domingo abierto al público en el Castillo San Felipe de Barajas y el teatro en la Reculá del Ovejo en el Baluarte de San Lucas, han ido creciendo y permitiendo que todos los cartageneros conozcan nuestra gran fortaleza y también reafirmar que estos espacios que fueron construidos para la guerra son ahora espacios de encuentro y disfrute para todos los cartageneros y para quienes nos visitan”.
Para la gestora cultural la consolidación de los festivales de literatura y música que comenzaron en este lapso de tiempo y que han tomado mucha fuerza hace parte de los avances del sector desde hace 20 años.
“Debemos reconocer además tareas enormes como el del teatro que llevan a cabo la Asociación de Teatristas, de bailes y otros que organizaba nuestro amigo querido Enrique Jattib, el Festival de Guitarra que organiza Eduardo Jasbón, en fin, tareas culturales que llevan muchos años y que pese a las dificultades económicas han salido airosas y contribuyen al desarrollo humano de los cartageneros y de los colombianos. Pienso que tenemos que trabajar mucho más en fomentar la lectura en las escuelas y universidades. Si esto se multiplica tendremos más ciudadanos activos, preparados y humanizados. Y por supuesto en fortalecer todo el trabajo que se ha adelantado. La parte económica es fundamental y el Distrito debe considerar a la Cultura como un verdadero campo de innovación para generar más recursos”, concluye Fadul.
FORTALECER EL FOLCLOR
Para el realizador audiovisual y ambientalista Haroldo Rodríguez, en los temas que más se ha avanzado es en lo folclórico, pero sin integralidad, ya que la ciudad que tiene una amplio espectro de gestores, grupos folclóricos y bailarines de danza, no se les ha fortalecido en lo social, logístico e infraestructura. La ciudad debería tener unos centros y salas para ensayo de las danzas, en las localidades, para que la gente no tenga que mendigar salones o teatro Adolfo Mejía.
“En cuanto al tema de formación – agrega Rodríguez- la ciudad debería tener más escuelas de formación en danzas folclóricas y otras disciplinas de la danza contemporánea, solo sobresale el Colegio del Cuerpo que es un proceso que se fortalece desde lo nacional e internacional.
Lo mismo ocurre con el teatro, sus cultores se han unido a través de una asociación para poder subsistir en una disciplina tan antigua e importante, sin embargo tienen las mismas carencias logísticas, presupuestales y en infraestructura.
«En el sector del cine, tampoco escampa, una ciudad con alta cultura cinematográfica, estaba perdiendo esa asiduidad al cine, gracias a gestores como García Usta y Lorena Puerta que llevaron el Cine a los Barrios, este proceso se fortaleció y sirvió de base para que el Ministerio pudiera dar más recursos”.
«Pero hay que anotar que si bien tenemos un Consejo de Cine, tenemos 20 años patinando sobre lo mismo, y de allí que ni tengamos Comisión Fílmica, ni Cinemateca, ni mucho menos escuelas técnicas de cine y televisión. Con la excusa de que vamos poco a poco, ya se ha perdido una generación; los colectivos audiovisuales de los barrios están completamente debilitados, arrebatándole el precario y mezquino presupuesto de las convocatorias y becas.
EL MERCADO DE LA CULTURA
Para William Hurtado, teatrista, en el sector cultura “campea la idea de que las artes y la cultura son una actividad económica como cualquier otra, sometida a las reglas del “mercado libre” y a la cual hay que incentivar desde el emprendedurismo, con miras a volverla “industria” encadenando a sus “agentes” en una “cadena de valor” que produzca utilidades, como toda empresa debe hacer. Esto por un lado desatiende la visión de economistas como Baumol que demuestran que el negocio no es tal, que la cultura se hace insostenible cuando se mira como negocio, porque producirla cada vez es costosa y ese mal de costes debe mirarse con seriedad para que no se pierdan procesos culturales importantes que simplemente nunca serán competentes en el mercado. Ya la cultura venía desfinanciada y la nueva visión de la política de economía naranja no sólo la desfinancia más, sino que pretende erradicar, como quien erradica lo que considera maleza en un ecosistema al que altera artificialmente para volverlo “productivo”.
Hurtado afirma que buena parte de los recursos de la cultura más gruesos se destinan a la parafernalia, de la tarima, de las luces, de las amplificaciones y hoy por hoy, a los dueños de las plataformas, pero no al artista y muy poco al trabajador de la cultura, precarizado por la intermitencia laboral. En esos contratos es que los de la malla elástica saben cómo direccionar los recursos para la corrupción, que la hay, aunque poco pueda demostrarse, porque es el sistema el que está diseñado para la corrupción: convocatorias de Secop de un día para otro con términos sospechosamente convenientes para ciertos operadores, pero todo bajo el control legal que los tecnócratas de la malla elástica han aprendido a manejar al dedillo. ¿Cómo se explica que una convocatoria de 300 millones se reparta entre cien o más artistas y trabajadores de la cultura y al mismo tiempo se hagan convenios con montos muy superiores con una sola entidad?
Han sabido cómo enredar todo y saben que es poco lo que podemos hacer para desenredarlo. Por eso la única solución es el saneamiento total de estos entes, como decía antes”. sostiene.
CONTINUIDAD Y SENTIDO COMÚN
Para la mayoría de los ex funcionarios y gestores consultados, las prioridades en el IPCC están en la manera de generar recursos. Fredy Durante, director del IDC en 2000, tiene claro que lo que hay trabajar es en la continuidad en las políticas institucionales y oficiales, y recursos.
Ángel Thorrens, director del IDC de 2001 al 2003, considera que «la ciudad necesita un manejo certero del sector cultural. Se necesita tener sentido común, para entender dónde empiezan y terminan los procesos y sobre todo voluntad política”.
“Los políticos basan sus propuestas en la infraestructura , puentes, etc… pero la gente la ponen al final, en lo último de la pirámide, donde está la cultura, que en orden de prioridades debería ser lo primero”, piensa Thorrens.
FORMULACION DE POLITICAS PUBLICA CULTURAL PARA EL DISTRITO
Para Gina Ruz, directora del IPCC en 2008 al 2010, una de las prioridades del sector cultura en Cartagena debería estar en trabajar en la formulación participativa de una Política Pública Cultural para el Distrito o Plan Decenal de Cultura que entienda la cultura como eje del desarrollo humano (con enfoque de derechos e intersectorial, respeto a la diversidad, fortalecimiento de las identidades, sostenible en el tiempo).
Agrega que hay que hacer la “Reforma al Sistema Distrital de Cultura para fomentar y diversificar la participación así como fortalecer al presupuesto público en cultura, y estrategias público privadas comunitarias para movilizar mayores recursos. Así como fortalecer administrativamente el IPCC (una planta de personal suficiente, profesional y cualificada) y que permita una Inclusión productiva y creativa de artistas, gestores, trabajadores de la cultura en la reactivación económica (Covid) .
COMPROMISO SOCIAL CON LA CIUDAD
Nacira Ayos, directora del IPCC en 2013, en el manejo del tema de cultura oficial llama la atención sobre la responsabilidad de los líderes de la ciudad, sostiene que “Hace falta un verdadero sentido social, no solo desde la dirección del Instituto, sino también de quien asuma la gerencia de la ciudad, en la medida que se establezca un plan de desarrollo que impacte de manera significativa y permita la asignación de recursos suficientes para el desarrollo cultural de la ciudad y deje de verse la cultura como una inversión necesaria para cumplir indicadores obligados.
“Es necesario igualmente que se genere una articulación Empresa – Estado; a partir de la creación de una gran bolsa de recursos para fortalecimiento de la cultura cartagenera, dejar de pensar en el patrimonio material representado en las fortificaciones y monumentos y pensar igualmente en ese vasto patrimonio inmaterial carente de apoyo, pero rebosado de historia y cotidianidad que puede fortalecer mucho más la proyección de la ciudad como destino turístico y cultural.
Dice además la ex funcionaria que es es imprescindible la generación de capacidades en los gestores culturales, de manera tal que logren desarrollar proyectos y apuestas de impacto, no solo desde lo individual, sino desde lo colectivo y en esta medida se suscite una verdadera movilización social desde el desarrollo cultural, lográndose de alguna manera minimizar las grandes brechas de exclusión y desigualdad que permean no solo al sector cultural, sino a una gran masa poblacional de la ciudad.
ACTUALIZARSE Y VOLUNTAD POLÍTICA
Para Bertha Arnedo, directora del IPCC en 2016 al 2018, dice que hay que trabajar urgentemente en una política pública actualizada, contextualizada y que articule a toda la administración en torno al patrimonio cultural; una institución más sólida en términos organizacionales, presupuestales, técnicos, de equipos de trabajo, que tenga más garras y dientes para tomar acciones radicales frente a lo necesario para proteger el patrimonio.
Sugiere también que hay que diseñar una política de educación patrimonial en espacios formales y no formales, hacer un presupuesto con más músculo y más coherente frente a las responsabilidades que implica trabajar por el patrimonio cultural de una ciudad declarada, pero que por encima de eso tiene un legado multicultural muy potente, complejo, que demanda mucho.
Arnedo también llama la atención que deben haber recursos de libre destinación para mantener agenda del Teatro Adolfo Mejía, una estructura que coordine sus fiestas y festivales, así como la de buscar otras fuentes de financiación y sobre todo
la voluntad política del Alcalde y concejales para hacer reingeniería, para actualizar normas, para dejar atrás tantos temas débiles y vacíos.
Agrega que se necesita la comprensión de todos los líderes de que la cultura no es un relleno de agenda festiva y actividades artísticas, sino el elemento esencial de la construcción social de una ciudad y el desarrollo de su gente.
FUENTES DE INGRESO Y SOSTENIBILIDAD DEL SECTOR
Ivan Sanes, director del IPCC en 2018, dice que se requieren fuentes de ingreso sostenibles y que vayan en ascenso. Se requiere urgentemente una reforma tributaria en todos los niveles que modifique la ley y los diferentes estatutos para que le llegue un poco más de dinero al sector.
“Se requiere urgentemente bolsas de estímulos para fomentar el acceso a la cultura como derecho”
SECTOR CLAVE PARA LA REPARACIÓN DEL TEJIDO SOCIAL
La ex ministra de cultura y ex directora del IDC, Chica Morales, en esta etapa de reactivación económica post – Covid, considera que la cultura se debe configurar como un sector clave en la reparación del tejido social, favoreciendo la inclusión social y la erradicación de la pobreza.
“La cultura es un factor integrador de la paz y componente esencial de la agenda de desarrollo. La movilización de la cultura y el desarrollo de industrias creativas son indispensables para la creación de empleos, crecimiento económico, y desarrollo de un turismo sostenible.
Falta comprender que la cultura no se debe mirar como entretenimiento, sino como un motor fundamental para el entendimiento y crecimiento de los pueblos, es un aspecto vital para la consolidación de una paz duradera y la construcción de tolerancia entre todos los colombianos.
“Estoy convencida que el arte y la cultura son, quizás, los medios más poderosos para promover la tolerancia y para superar barreras ideológicas, políticas, o sociales, por lo cual el sector cultural no puede seguir siendo “la convidada de piedra” en el debate electoral colombiano. Como bien dice Carlos Fuentes, la cultura es “la pluralidad de nuestro quehacer social (…) Es la manera de no olvidar que estamos en el mundo”. Mi invitación es a promoverla, vivirla y defenderla”.