Pasó el tiempo del calandraco que no aprovechó lo que por suerte le tocó administrar
Por Carlos Raad de la Ossa (Especial para Revista Zetta).- Estuve tratando de recordar cuándo fue la última vez que un alcalde permaneció el periodo completo para el cual fue elegido en la ciudad Heroica. Fue por allá en 2011, estaba aún estudiando en la universidad. Pasaron 9 años y durante ese tiempo, transitaron tantos mandatarios por el Palacio de la Aduana que por eso hoy me pregunto: ¿Qué es lo que necesita Cartagena?
Hice la cuenta, fue fácil porque se convirtió en noticia nacional el hecho de que la ciudad tuviese 11 alcaldes en 9 años. Nuestra vecina más cercana, Barranquilla, ha tenido en ese mismo lapso dos mandatarios locales. En Cartagena no ha existido una continuidad en los procesos, lo que hace que la inversión pública se interrumpa o no se focalice el gasto social en las necesidades de los más vulnerables.
Sueño con el día en que esas circunstancias adversas cambien, que el pueblo se decida por la experiencia y no por la improvisación al momento de elegir a su mandatario local. Somos nosotros, los electores, quienes tenemos la última palabra en las próximas elecciones, por eso, la invitación es a que lleguemos a las urnas convencidos de que hay personas que pueden sacar adelante a Cartagena.
En las pasadas elecciones la indignación ciudadana avivada desde las redes sociales, pasó por encima de los vaticinios de las mediciones electorales realizados por las diferentes firmas encuestadoras que daban por ganador a el exparlamentario William García Tirado. El 27 de octubre de 2019 el pueblo cartagenero, atizado desde el mundo digital, acudió a las urnas a depositar su voto lo que le dio la victoria a William Dau Chamat.
El exveedor era para muchos cartageneros un símbolo de esperanza para sacar a Cartagena del abismo en el que se encontraba por la inestabilidad institucional. Expresiones como “se acabó la corrupción”, “todo va a ser diferente”, “es el momento de la ciudad” y muchas otras, se han ido diluyendo poco a poco a medida que trascurre la administración Dau.
La elección del polémico líder digital puso a soñar a sus seguidores, estaban convencidos de que el señor Alcalde de verdad iba a coger las riendas de ese barco a la deriva que es Cartagena, e iba a conducirnos a algún puerto seguro. El discurso de William Dau, centrado en acabar con los “malandrines”, generó una gran expectativa y se creyó que, por fin, Cartagena tendría un buen gobierno.
Pero desde un inicio, el 1°de enero de 2020 en el acto de posesión, se comenzó a desdibujar la expectativa del cambio. A la ciudad se le presentó un gabinete que trajo consigo varios aspectos que fueron objeto de análisis y críticas. Funcionarios cuestionados de antiguos gobiernos que le hicieron mucho daño a la ciudad, académicos y dirigentes gremiales sin conocimiento sobre el manejo de la cosa pública y profesionales de otras ciudades que vinieron a aprender sobre las necesidades de la ciudad. Ese fue el talante del equipo que acompañaría a William Dau.
A lo largo de casi dos años de gobierno distrital se ha evidenciado que Cartagena no aguanta más improvisación, esta ciudad necesita personas que se pongan la camiseta y trabajen incasablemente para lograr e impulsar los grandes proyectos que van rumbo a convertirse en sueños imposibles de alcanzar. Cada cuatro años esas iniciativas son promesas de campaña de todo aquel que quiere llega al solio o trono del Palacio de la Aduana.
La Quinta Avenida de Manga, el transporte multimodal, el Plan Maestro de Drenajes Pluviales, la reubicación del Mercado de Bazurto, la Recuperación de la Bahía de Cartagena, la Segunda Fase de la Vía Perimetral, los grandes programas de generación de empleo y la lucha contra la pobreza, entre otros, son los sueños que esperan para convertirse en realidad, producto de un buen gobierno.
Si bien es cierto que todas estas obras son importantes y se necesitan para mejorar la calidad de vida de los cartageneros, lo que se anhela con el carácter de urgente es la implementación de políticas públicas ajustadas a la realidad social que vive Cartagena.
Pero no solo es anunciar los proyectos, sino que es necesario que las personas que aspiren a regir los destinos de la ciudad planteen de manera clara y concreta la fuente de financiación para ejecutar las obras para que sean sostenibles. Deben tener claro cuál va a ser la concurrencia de la Nación en estas iniciativas públicas, de lo contrario será solo bla, bla, bla.
Y es que ya estamos cansados de que todo sean promesas de campaña. Ya pasó el tiempo de la espera, es evidente que la falta de inversión tiene a la ciudad a las puertas de un estallido social, es un caldo de cultivo que viene creciendo día a día.
Hoy estamos atrapados en una espiral descendente de pobreza, inseguridad, problemas de salud y freno del desarrollo económico. De nada sirve sermonear al calandraco por no haber aprovechado mejor el tiempo de lo que por suerte, le toco administrar.
Por eso, soy un convencido de que se necesitan líderes con experiencia y conocimiento jurídico; a un planeador estratégico que tenga las cualidades para sacar a Cartagena adelante. Esta ciudad tiene buenos gerentes que serían capaces de lograrlo, miremos la buena experiencia que ha venido teniendo el Departamento de Bolívar, la continuidad de los procesos. Primero ganó, después avanzó y ahora está poniendo sus fuerzas en ser primero.
Es por eso que es nuestra misión ayudar a los próximos administradores de Cartagena para ascender por la escalera del desarrollo o por lo menos, iniciar con poner un pie en el primer peldaño y continuar luego subiendo con esfuerzo propio. Esto solo lo podemos hacer ELIGIENDO BIEN EN LAS URNAS.