Por John Zamora (Director Revista Zetta).- Cartagena de Indias, 31 de mayo de 2022.- Los 113 mil votantes que tuvo William Dau para ser alcalde se explicaban en el empute ciudadano contra la casta política tradicional. Ahora, dos años y cinco meses después, la ciudad ha comprobado su extrema mediocridad y su imperdonable incapacidad para responderle a las ilusionadas comunidades. El empute ahora es contra él.
Los efectos de su peleadera a unas horas, sus payasadas a otras, y su vida licenciosa, se traducen en un descontento creciente e indetenible. De nada vale tener un alcalde que no gestiona, no ejecuta y no resuelve, y al que le pagamos un salario para la trifulca y la payasada.
¡Estamos igual o peor que antes de su gobierno!
Ahora está en “capitis deminutio” y le pasa lo mismo que al ateo cuando está en peligro: se acuerda de rezar.
Dau se alineó con las protestas contra Duque, con el petrismo que detesta a Duque, le ha hecho el feo al gobierno de Duque, y ahora le llora desconsolado al Presidente para que no lo suspenda, tal como lo pide el contralor distrital Rafael Castillo.
Alguien con un mínimo decoro, alguien que haya sido educado en su casa por una mamá y un papá responsables, le hubiera dado altura y distinción a un cargo con tanto respaldo en las urnas, pero la reyerta rastrera de su pugilato con el contralor (cuyos términos jamas reproduciremos por respeto con la ciudad) lo único que han hecho es acrecentar la decepción por el patán de la Aduana.
La soledad de Dau es creciente, y solo sus más cercanos abyectos le siguen aupando (conservando el botín): gabinete, OPS y gremios (satélites). El malhablado, malgeniado y cómico protémpore alcalde cada día pierde más respaldos, y el fracaso de la marcha que convocó es prueba irrefutable, así como el desgaste de sus Facebook Live, que pocos sintonizan, y las multiplicadas voces de descontento.
Que se vaya por una suspensión es una tragedia institucional que se repite, que nadie quiere, pero no por ello esconde los serios cuestionamientos que la originaron: un millonario contrato de pruebas rápidas de covid 19, una plataforma digital española cuando ya Minsalud la tenía gratis para el país, y otras perlas que pretende ocultar con su exasperada exposición en sus redes sociales. Ese melodrama le servirá para ser candidato al Oscar, pero no para minimizar su errático proceder.
Que hay una pelea política es patentar el agua tibia. Pero como él mismo dijo, “guerra es guerra”, y si no tienes con qué cocinar ¿para qué prendiste el fogón?
De seguro vendrá un contrataque, y será el contralor distrital el que responda.
Las cosas así, Cartagena sigue perdiendo. ¡Dau fue incapaz de salvarla y ahora está peor!