Isidro Herrera: El niño gigante del montículo

Luis Adolfo Payares. Especial para Zetta.-  Cuando Isidro Herrera escribía aquella hazaña gloriosa del béisbol de Colombia en el año 1965, yo no había nacido, pero la oralidad a la que fui sometido por haber estado desde el vientre de mi madre pegado a un radio, escuchando las transmisiones de mi padre Luis Alberto Payares Villa, me ha permitido a través de esa “osmosis auditiva”, si se puede llamar de esta manera, conocer los pormenores de esta brillante actuación, de uno de los más grandes “pitcher” que ha tenido nuestro país. Isidro Herrera, cuando apenas tenía 17 años, pudo enarbolar las banderas del triunfo y darle a Colombia el último título mundial en el deporte del béisbol.

Aunque la memoria histórica de este hecho es muy escasa, y solo los protagonistas se encargan de reproducirla a través de la oralidad, aquel libro de anotación del partido, aunque traté por todos los medios de conseguirlo, no lo encontré en ninguna parte, para de alguna manera vivir entrada por entrada aquel triunfo inolvidable de nuestra pelota caliente. Y es que precisamente el béisbol como es tan matemático y donde se lleva una estricta anotación jugada tras jugada, donde cada jugador tiene un número en la libreta de anotaciones, hubiera sido maravilloso poder tener este documento, que nos mostraría realmente que fue lo que pasó ese día 27 de febrero de año 1965.

 

LA MEMORIA DE ISIDRO

La cita fue en el popular callejón de los Patacones, un sitio empotrado en el Centro de la ciudad de Cartagena. Allí todos los días se puede encontrar a Isidro junto con otras glorias del deporte. Ese día también estaba otro pelotero grande de Cartagena, el popular “Merengue Barrios”. Llegué con mi cámara y el propio Isidro hizo las veces de “script”, diciéndonos dónde debíamos ponernos para que la imagen quedara mejor. Con una voz pausada, y recordando cada momento me dijo:

– Gracias Payares por esta oportunidad.. En aquella época vinieron 9 equipos, nosotros quedamos empatados con México en el primer lugar, con 9 ganados y uno perdido, y en la final jugamos tres partidos de “play off”, el primero lo lanzó Rafael Castro, que era el principal estandarte del equipo, era lo que hoy llaman el primero en la rotación… es que en aquella época no había abridor, cerrador, relevo corto, largo preparador etc.. solo habíamos tres pitchers y la obligación era lanzar los nueve” innings…”

Herrera seguía ensimismado en su historia, parecía que en momentos la estaba viviendo, el movimiento de sus manos, con ademanes de pelotero, hacían la conversación más emocionante..- Como te decía, los pitchers no teníamos ese seguimiento que tienen ahora; ahora un lanzador solo puede tirar hasta 5 inings, mientras que nosotros lanzábamos muchos más, por eso es que muchas veces nos lesionábamos, como en mi caso que sufri una lesión en mi brazo derecho, lo cual no me permitió jugar en el béisbol de Venezuela, donde ya me habían visto…otra de las cosas es que el béisbol se vivía de manera diferente, el rico el pobre, el empresario, venían al estadio, y no había peleas… fíjate tu, aquí al estadio venía un señor de apellido Zubiría que tenía mucha plata, y él se ponía a apostar con la gente del pueblo, era tanta su afición que muchas veces cuando ganaba la apuesta la repartía entre sus propios contrincantes…

 

PRIMERO QUE VALENZUELA

La conversación seguía su curso, hablando técnicamente de cómo era el entrenamiento. Fueron concentrados en el Hotel San Felipe, el hotel 5 estrellas de la época donde el manager cubano, Tony Pacheco los sometió a una disciplina militar, donde los pitcher estaban ubicados en un piso diferente a los otros integrantes del equipo. “Es que Tony era un hombre de disciplina el día que me dijo que yo iba a lanzar, me lo dijo así: Oye Isidro, tu vas a lanzar mañana, vete para tu casa y descansa, eso si concentrado..!” Fueron las palabras del gran Tony Pacheco, que jugó Grandes Ligas y fue coach de los Dodgers de Brooklyn en aquella época.

Fue tanta la emoción de Isidro que al llegar a su barrio a todo el mundo les dijo que iba a lanzar al día siguiente, y todos sus vecinos se fueron para el estadio 11 de Noviembre.

“…Fíjate tú, yo ese día lancé solo tres tipos de lanzamientos, la recta, (yo era un pitcher de velocidad), el cambio y una bola que me inventé “el tornillo”, que era una bola con una rotación contraria a la curva, que después me enteré que se llamaba “screwball”, que la hizo famosa muchos años después El Toro Valenzuela con los Dodgers de Los Ángeles.

Isidro de repente se quedó casi mudo, me dijo que quería contarme algo que muy poca gente sabe. Yo le dije que siguiera, que los micrófonos eran de él. Al instante siguió con la historia que sin lugar a dudas marcó su vida para siempre.

“…Figúrate tú, Payares, ese día que llegué al estadio, cuando empezábamos la práctica, Tony dijo que entraba a batear “Forbes”… de inmediato yo me puse iracundo y le dije a Tony: un momentico, yo soy quien va a lanzar hoy y por qué usted dice que no… Tony me dijo con su acento cubano: Oye no te preocupes, quería saber si de verdad tenías los cojones para hacerlo.. tu eres mi gallo…(risas)… ese fue el principio para ganar ese partido.

Mientras Isidro seguía hablando de su hazaña cuando apenas tenía 17 años, nuevamente recordó que el Presidente de la época, Guillermo Leon Valencia, le prometió una casa, que nunca le dieron, y que gracias al gobierno de Samper ahora mismo tiene una pensión con la cual se sostiene. Pero qué habrá pasado con Tony, le pregunté, me dijo que se fué para Venezuela a dirigir béisbol y que después se fue para Los Ángeles a ser coach de banca, con los Dodgers.

En ese dogout del Dodgers Stadium debe estar el espíritu de Tony Pacheco, que quizás le dijo a Fernando Valenzuela cómo debía tirar la bola de tornillo que tiraba aquel muchachito llamado Isidro Herrera, que le ganó la serie mundial a México en el año 1965.