William Dau y la importancia de entender la mecánica de los procesos – Opinión de Álvaro Royo desde Xiamen 

Por Álvaro Royo Bárcenas (Especial para Revista Zetta).- (Xiamen – China).- 25 de septiembre de 2022.- Este artículo trata de un ejercicio dialectico, un símil entre definir nuestra posición dentro de una mecánica que puede determinar los resultados de un proceso.

Se trata de definir lo que seremos, ya sea como actores o como simples espectadores. También se trata de establecer si tomaremos parte de la creación y desarrollo de dicho proceso; y participar, de una u otra forma, de los resultados.

Como en el desarrollo de una vacuna, por ejemplo, que puede llevar años o quizás décadas de prueba y error, la idea es saber dónde estamos, qué somos y qué queremos ser y el papel que jugamos dentro de la creación de esa vacuna. ¿Somos el científico que guía y trata de entender el proceso?  ¿Somos el virus que trata de sabotear la investigación? ¿O somos el colaborador que va archivando la información y apoyando el proceso?  ¿Qué papel queremos jugar?

¿Saben cuántas naves espaciales se quemaron, explotaron o simplemente no despegaron en el intento de conquistar el espacio e ir a la luna?  En tiempos más recientes explotó el Challenger al despegar y explotó el Columbia al regresar. Prueba y error. Se trata de reorganizar los procesos, pero nunca renunciar a los objetivos a mediano y largo plazo. Y mucho menos sabotear los proyectos.

En una sociedad todos tenemos derecho a opinar, criticar, plantear soluciones etcétera. Así llegamos a otro en ejemplo: en la construcción de un edificio, la señora que está sentada en la mecedora de enfrente tiene derecho a criticarlo, dándose por sentado que sus opiniones no llegarán muy lejos ni alcanzarán a afectar el desarrollo de esa estructura. Diferente puede ser la crítica del inversionista o del arquitecto e ingeniero residente; o de un empleado del equipo. Cada uno tiene su repercusión, dependiendo del grado de ubicación dentro de sus funciones.

En una sociedad cada quien debe tomar el lugar que le corresponde o en el que desee estar. Pero solo en esto de incomodar al poder, la función del periodista es vital para que una sociedad funcione. El periodista que pierde su función crítica, simplemente deja de serlo. Ahora bien, el ciudadano del común (que es quien más sufre con los desaciertos de ese poder) opina desde sus tribunas sociales también casi que con la misma influencia de la señora sentada en la mecedora frente al edificio, hasta el momento en que ese ciudadano decida organizarse y crear mayorías, para involucrase en los procesos y afectarlos positiva o negativamente, dependiendo los objetivos previamente planteados.

Y dentro de esa misma sociedad también encontramos a muchos líderes que aún no tienen clara su ubicación dentro de los procesos organizativos de ese conglomerado. Buscan el aplauso fácil, se montan en la ola de los desaciertos y las desgracias de una administración que aspiran a liderar, pero desde el terreno de la ridiculización del que consideran contrario. Sabotear siempre ha sido muchísimo más fácil que construir. Por eso, organizar marchas, tratar de paralizar, estorbar y torpedear, más que un acto altruista es un acto de torpeza infinita para con la ciudad que dicen defender.

Piden la destitución de quien, para bien o por mal, ganó las elecciones y debe gobernar por cuatro años. Ni siquiera se han sentado a pensar en las consecuencias que, a estas alturas, traería para la ciudad una destitución. Solo quieren entregarle su cabeza y su sangre a la galería. 

Los centros de rehabilitación para adictos terminales prefieren a los enfermos que han tocado fondo, pues tienen mejor pronóstico que los que apenas están empezando a caer. Es más fácil rehabilitarlos.  Si no era William Dau, era García Tirado. ¿Treinta años más de peajes? ¿La misma clase política dañina? Y la ciudad, ¿cómo?  ¿Mejor? No creo, aunque quizás no tan peor.  Pero este tropiezo con Dau, así como en la creación de una vacuna o los intentos fallidos para ir al espacio, nos va a dejar muchas enseñanzas para corregir el camino a futuro, pero solo si entendemos la mecánica de los procesos; y para entender esa mecánica debemos tener clara nuestra posición. ¿Somos el virus saboteador? ¿O somos parte del equipo científico que quiere sacar adelante un proyecto?

Se nos da muy bien eso de autosabotearnos. Al alcalde también, en su afán de consolidar su marca personal, de crear una identidad propia, se ridiculiza. A él también se le da natural. Por eso no creo que necesite de la ayuda de esos “líderes” que solo le sabotean, pero que no plantean nada para esa ciudad que dicen defender, porque, como ya dije, sabotear es más fácil que construir y crear.

Todo esto, al final, nos descalifica, nos distrae, nos hace gastar energías en el lado equivocado, nos hunde más. William Dau fue elegido por cuatro años. Si lo estuviera haciendo bien, sentiríamos ese tiempo como insuficiente. Pero como lo está haciendo muy mal, se nos hace eterno. Sin embargo, no olvidemos que la paciencia es la madre de todas las virtudes. Además, el 31 de diciembre del 2023 no está tan lejos: faltan solo 15 meses.  Largos cuando se espera, sí, pero creo que es poco tiempo para que vayamos poniendo sobre la mesa lo qué queremos para Cartagena.  Nuestras ideas y los que serán nuestros aportes para el nuevo proceso, no deberían ser montándose sobre las desgracias de la actual administración sino sobre los proyectos y pilares básicos e innegociables que queremos sacar  adelante en una futura administración.

No es saboteándose a sí mismo, o a sus colegas, como un científico saca una vacuna adelante. No es partiendo los tubos de ensayo ni paralizando el laboratorio (como hacen muchos con los benditos paros y marchas) como se sacan adelante los procesos.     

Esta  administración actual ya es tiempo pasado, aunque esté presente. Es hora de que empecemos a organizar el futuro.

Como siempre allí está mi email al pie de página para los que quieran escribirme sus opiniones acerca del tema y con mucho gusto les responderé

¡Un abrazo!

Álvaro Royo Bárcenas

Xiamen-China

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