“Si dejamos de admirarlos podemos superarlos” – Opinión de Álvaro Royo desde Xiamen

Por Álvaro Royo Bárcenas (Especial para Revista Zetta).- (Xiamen – China).- 29 de mayo de 2023.- En la reciente final del mundial de béisbol entre Estados Unidos y Japón hubo unas palabras del pitcher Ohtani a sus compañeros. “Dejemos de admirarlos, si los admiramos no podemos superarlos, y vinimos aquí para superarlos, para llegar a lo más alto. Por un día dejemos de lado nuestra admiración hacia ellos y enfoquémonos sólo en ganar”.

Dejemos eso allí y hablemos de otras cosas y luego enlazamos, porque también siempre me ha llamado la atención esa frase que se repiten a menudo desde hace siglos, que está incrustada en varias obras famosas y que ya se ha convertido en una institución, “toda comparación es odiosa” dice en La Celestina, “las comparaciones son siempre odiosas”, dice Cervantes en El Quijote, “la comparación es la muerte de la alegría” dice Mark Twain.

Quiere esto decir que la frasecita viene dando vueltas desde hace rato y haciéndose sentir no solo a pie de calle sino en grandes obras de arte, pero no por esto, desde mi punto de vista, la creo bastante inconveniente para el día a día, porque precisamente en ese día a día es que vemos que las comparaciones es algo de lo que no se escapa nada ni nadie, incluso en nuestra mente sin hablar siquiera siempre estamos comparando para determinar el valor de algo o de alguien.

Comparan los países sus cifras de economía, PIB, homicidios, accidentes, deuda externa y todo a lo que se le lleve registro, se compara el clima para saber que tanto empeoró o mejoró, compara la madre de uno a la novia actual con la que tenía, y si va a referirse a tu esposa te puede dejar deslizar la comparación de que la otra, con la que no te casaste, era mejor; te comparaba tu padre con el hijo del vecino que era mejor estudiante, nadie que esté vivo o muerto se ha escapado nuca de una comparación y mucho menos deja de estar comparando en el día a día. 

Si no te comparas ¿cómo puedes saber que has evolucionado o involucionado?

Si no hubiera comparado ¿cómo hubiera Darwin estructurado su teoría de la evolución de las especies?

Se nos ha metido la frasecita esa en la cabeza de una manera tan profunda que por realmente pensar y creernos que comparar es odioso no sabemos dónde está el referente que debemos tener para comparar la evolución de un proceso, como personas y como sociedad.

Y compararnos nos puede acercar a los mejores, si esa comparación se hace en la dirección correcta, no te comparas con el mediocre, te comparas con el mejor, ¿para qué hacer un ejercicio de compararnos con el peor país, por ejemplo? Bueno, si queremos descender aún más, entonces sí, pero como de lo que se trata es de ser mejores y crecer entonces bienvenida la comparación, para saber qué debemos hacer para escalar en la dirección de ese que tomamos como referente.

Ahora bien, si nos comparamos con algo o alguien ¿estamos admirándolo? No creería yo que tengan relación alguna, porque allí precisamente esta la trampa de este tema, desde Colombia admiramos la marca de pasta dental Colgate y se nos ha olvidado fabricar la nuestra para compararla, tratar de acercarnos a la calidad de ella y porqué no, hacernos con parte de su mercado; admiramos todos los vehículos que fabrican en el extranjero que se nos ha olvidado fabricar el vehículo colombiano para compararlo y ver si podemos superar a los que vienen de afuera, la mayoría de las cosas que consumimos vienen del exterior, porque admiramos el producto extranjero y no nos ha dado la gana de fabricar los nuestros para comparar y superar.

Y allí seguimos, con una veneración ciega por lo que se importa, haciéndoles el negocio a otros países y quejándonos de la falta de dinero circulante en el país y desempleo de dos dígitos, con una Colombia cada vez más pobre que destruye el poco aparato productivo que le queda. 

El béisbol lo introdujo en Japón en el año de 1870 el profesor norteamericano Horace Wilson, la admiración a la Liga Americana era quizás uno de los muros que había que tumbar para que se pudiera convertir en costumbre el que Japón fuera campeón mundial, que pudiera ganarle a los Estados Unidos, en los momentos decisivos siempre internamente machacaba la moral de los japoneses porque ese respeto jugaba un papel clave en el rendimiento de los jugadores, y allí fue donde el pitcher Ohtani, el Samurai líder del equipo trató de derrumbar paradigmas y desde la psicología afectó positivamente el desempeño físico de todos.

Dejar de admirar a los productos de otros países puede hacernos pensar que nosotros podemos hacerlo mejor, y lo más probable es que terminemos creyéndonoslo y al final escalando un peldaño más para darnos cuenta que nada estamos haciendo comportándonos como un país pobre e intermediario con la chequera lista como país rico, para que los otros en 20 años nos hayan superado en todos los aspectos. 

Tengo que decirlo una vez más, ¡joder! No son los siglos que nos llevan de ventaja, no es que sean una raza superior, no es porque el clima es diferente, somos exactamente iguales, con una única diferencia, ellos, los países que han salido adelante, y que hace poco estaban en peor condición que nosotros; la única diferencia es que ellos se compararon con otros, fijaron un norte y dejaron de admirar a otros para decir… ¡Nosotros podemos hacerlo mejor!  

Y lo están haciendo. ¿Qué estamos esperando?

“Si dejamos de admirarlos podemos superarlos”, dijo el Samurai.

Como siempre allí está mi email al pie de página para los que quieran escribirme sus opiniones acerca del tema y con mucho gusto les responderé

¡Un abrazo!

Álvaro Royo Bárcenas

Xiamen-China

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