Por Miguel Raad Hernández (Especial para Revista Zetta).- Cartagena de Indias, 24 de septiembre de 2023.- Se acercan las elecciones regionales y nada más propicio para hablar de la necesidad sentida en nuestra Patria, de contar con nuevos prototipos de liderazgo. Ellos son necesarios no sólo en la política, sino también en todos los demás ámbitos y sectores sociales: la economía, el empresariado, el sindicalismo, los gremios, la seguridad, la justicia, la educación, la salud, los sectores sociales, etc. El actual estado de cosas es insatisfactorio y, en materia de desarrollo y crecimiento con equidad, no avanzar es retroceder.
El mundo y Colombia son hoy muy distintos a lo que éramos hace apenas 32 años, cuando hicimos la Reforma Constitucional de 1991 con la aspiración de resolver todos nuestros problemas. La realidad aparece como aumentada e impactada por una serie de fenómenos sobrevinientes que no acabamos de asimilar. Nuevas y asombrosas tecnologías emulan al ser humano con la ya instalada Inteligencia Artificial, que catapultan las posibilidades de transformación; a la par, el cambio climático con su cuota de caos e incertidumbre, el aumento de la pobreza, las hambrunas en Asia, África y América Latina, las hordas de migrantes que invaden Europa y América del Norte; el aumento de dictaduras de izquierda y de derecha, en muchos países, algunos otrora considerados entre los poderosos como los denominados GRUPO BRIC (Brasil, Rusia, India y China), que hoy no escapan a ninguno de los fenómenos mencionados y, peor, promueven guerras y amenazan con la hecatombe nuclear, como Rusia. Colombia, en la “aldea global, no escapa al impacto de todas estas situaciones.
Pero, además, aterrizando en la heredad de nuestros abuelos, se observan entre nosotros prácticas inveteradas de falta de competencia, de nepotismo, clientelismo y amiguismo en la administración pública; de prácticas deshonestas y faltas de honradez en el manejo del erario, de insensibilidad social e indiferencia ante los problemas y, de sectarismos divisionistas que incitan al odio y a la violencia.
Nuestra dirigencia parece no darse cuenta del entorno o ignorarlo ex profeso. Dos grandes hombres de nuestro país, desde orillas ideológicas distintas, ALVARO GÓMEZ HURTADO y CARLOS LLERAS RESTREPO, verdaderos patriotas y líderes indiscutibles de aquel momento, lo venían advirtiendo desde finales del siglo XX. El primero repetía incesantemente “hay que cambiar el régimen”, porque el régimen está conformado por una red de impunidades y complicidades que se necesitan para mantener su predominio. Así, decía Gómez Hurtado, no son los mejores hombres y mujeres los que llegan al poder, sino los más audaces, los intrépidos, los inescrupulosos, los que se avientan a ser cómplices del régimen. Y LLERAS RESTREPO decía que “el país está descuadernado”, todo está al revés, imperan el clientelismo en la política, las negociaciones electorales y las malas prácticas en la administración pública. DARÍO ECHANDÍA, famoso por sus frases lapidarias y por su rectitud moral, decía “en política se pueden meter los pies, pero no se pueden meter las manos”, para referirse a la urgencia de liderazgos con primacía de los valores éticos y jurídicos.
Hoy todo es más grave, porque las realidades denunciadas en el pasado permanecen y a ellas se suman las nuevas y acuciantes novedades que amenazan la supervivencia misma de la democracia y de nuestra sociedad como hoy la conocemos. Basta mirar a nuestros vecinos de Centro y Sur América, para ver como crecen los “países no viables”, a causa de sus malos dirigentes. Y Colombia parece estar haciendo cola en esa fila hacia el despeñadero.
Corresponde al elector libre, aquél ajeno a las complicidades, al que le duele la Patria y el futuro de sus hijos, ayudar a tumbar “el régimen” y a “encuadernar” nuestra ciudad, nuestro Departamento y nuestro país.