Doria hizo el “trabajo sucio” y se quitó la máscara: siempre fue el “kamikaze” de Mariamulata

Análisis de Revista Zetta.- Cartagena de Indias, 22 de octubre de 2023.- A los “buenos muchachos” les dan dos palmaditas en el hombro y les acarician la espalda luego de hacer la “vuelta”.

De Javier Doria siempre se dijo que era el “kamikaze” de Mariamulata, que su misión era hacer campaña, atacar virulentamente a Dumek Turbay y, faltando una semana, unirse a Pinedo. Y cumplió.

Para ello, no tuvo empacho en ponerse la máscara para posar de “independiente”, de anunciar que “voy hasta el final” y que era “fuerte y libre”.

Débil y adiestrado, su campaña terminó lánguidamente y sin ritmo con el agite de unas maracas, de esas que les venden a los turistas, como pocas semillas por dentro y que suenan descascaradas.

Doria comenzó vendiéndose como el “profe”, decente e independiente”, pero su reales intenciones se develaron muy pronto cuando convocó a una rueda de prensa y, sin que nadie lo esperara, soltó el nombre de Mariamulata, para luego tratar de recoger la leche derramada. Después vinieron más y más señales de su afinidad, como los ataques privados y públicos a la prensa, y el sordo oído a consejeros sensatos, que terminaron decepcionados al ver que todo fue una pantomina, y que alternaba su rol académico con el de feroz ganster político.

De esta manera, quien pretendió ser “cantante” terminó de “maraquero”, y le dio un entierro de quinta a una tenue e imberbe carrera política.

Su trabajo en adelante será seguir rodillas en tierra, dócil y fiel, clamando que el Consejo Electoral elucubre un fallo para sacar del camino a Dumek Turbay. Así pasa cuando no se despierta simpatía popular, y la única salida es tramar que otra razón sea la que saque del camino al adversario: La fuerza de la leguleyada, no la fuerza de las ideas.

 

Ni con tutela, Doria logró que lo invitaran a los debates serios, tal vez por eso se debió conformar con asistir al programa de un comediante.