Por Ambrosio Fernández (Especial para Revista Zetta).- Cartagena de Indias, 13 de septiembre de 2023.- Probablemente uno de los grandes dolores de la administración pública en Colombia es su incapacidad para ver a largo plazo y de construir sobre lo construido. Ese famoso “adanismo”, que vemos regularmente en los gobernantes, no solo los lleva a querer “refundar” la patria cada cuatro años, sino a evitar comprometerse con políticas de las que sus sucesores puedan también sacar réditos.
En momentos en que se desarrolla en Dubái la COP 28, en la que se debate sobre la hoja de ruta de la humanidad y las acciones urgentes que se necesitan para enfrentar la emergencia climática, cobra especial relevancia pensar cómo Cartagena va a adaptarse no solo a los embates del calentamiento global, sino que va a trazar el camino para desarrollar esos nuevos negocios que necesitamos en el planeta. Una economía sostenible, pero sin dejar de lado la búsqueda de beneficios para contribuir al cierre de las enormes brechas sociales que padecemos.
Aunque, a grandes rasgos, los compromisos siguen siendo insuficientes para evitar la subida mundial de la temperatura, naciones como Estados Unidos, China o Alemania, entre otros, ya han lanzado políticas públicas estratégicas para descarbonizar sus economías y desarrollar proyectos claves alrededor de las energías renovables o de la sostenibilidad. Colombia también avanzó, especialmente en el anterior mandato presidencial, en estrategias para impulsar proyectos alternativos que nutran la matriz energética nacional y al menos sobre el discurso (porque de ejecución poco) el Gobierno de Gustavo Petro ha señalado este aspecto como vital para el país.
Cartagena no estaría iniciando de cero, pues ya hay marcos regulatorios e incentivos para que la ciudad se posicione como líder en el desarrollo de energías alternativas. Además, ya contamos con importantes proyectos, infraestructuras, industrias y hasta una posición geográfica privilegiada para hacer de la sostenibilidad protagonista del PIB local.
A pesar de este optimista panorama, el camino para lograr producir energía más amigable con el medio ambiente no es fácil y requiere compromisos institucionales serios. También, distinto a como lo piensa el presidente Petro, el cambio no puede hacerse de la noche a la mañana. Los expertos han señalado que a la humanidad le restan varias décadas para dejar de depender de los hidrocarburos, por ello se propone una “transición”.
En esta transición el gas natural está llamado a ser protagonista, mientras se fortalecen proyectos solares, eólicos o de hidrógeno. De esta situación también puede sacar provecho Cartagena, por la presencia de la refinería de Ecopetrol, de la red de gasoductos que llegan a la ciudad y de la presencia de gas en la región.
Las llamadas “energías renovables”, sin duda, pueden ser grandes aliadas para que nuestro alcalde electo Dumek Turbay pueda delimitar el camino de un nuevo sector económico protagónico para los cartageneros en las próximas décadas. Efectivamente, la transición es el camino.