Cartagena de Indias, 3 de enero de 2024.- El alcalde Dumek Turbay llegó muy temprano a la primera sesión del año del Concejo Distrital. Con paciencia aguardó el llamado y, cuando ingresó al recinto, fue testigo de la turbulencia política que allí se registraba.
El alcalde mantuvo la compostura y esperó a que le invitaran a dar sus palabras de apertura, donde iba a anunciar la radicación de cos proyectos de acuerdo: la creación del Instituto Comunal del Caribe y la Secretaría de Turismo.
Al iniciar su intervención, a cada uno de los 19 concejales lo llamó por su nombre de pila. Incluso, al final, al despedirse, se acercó a cada uno para darle un abrazo.
Entre el saludo y el abrazo dijo muchas cosas: que no eran los villanos, que había hecho un gran trabajo en los últimos cuatro años entregando instrumentos al Ejecutivo, que serán el principal escenario para discutir los proyectos que transformarán a Cartagena, y que la palabra principal será «unidad».
Pues esa unidad es una palabrea bastante esquiva en la dinámica política interna del Concejo, y así se evidenció en la turbulencia que precedió a la elección de la Mesas Directiva.
A la presidencia aspiraron Lewis Montero, que encabezó la Mesa el año 2023; Carlos Barrios y David Caballero, quien a la postre obtuvo la dignidad.
Hasta la noche anterior a la elección no había claridad. Lewis había desistido pero no «endosó», Barrios no logró cuajar, y Caballero demostró que la abultada votación de octubre pasado era evidencia de la estatura política que ha logrado.
Tal como en 2020, el año de la pandemia, David Caballero comienza los cuatro años de su periodo en el Concejo en calidad de presidente de la corporación.
Le acompañarán dos debutantes: Armando Córdoba como primer vicepresidente, y Mónica Villalobos, como segunda vicepresidente.
A diferencia de Caballero que logró unanimidad, Córdoba y Villalobos llegaron por mayoría, pero con la constancia que no eran del agrado de un sector.
Por ello, a la Mesa Directiva le corresponderá hacer las maniobras conducentes para que la nave transite por aires calmados, lejos de las turbulencias políticas, algo que resulta utópico en la dinámica de nuestra política doméstica. Eso es seguro.