Por Ambrosio Fernández (Especial para Revista Zeta).- Cartagena de Indias, 20 de febrero de 2024.- De acuerdo con información publicada por el diario El Universal, solo la mañana del 31 de enero pasado se presentaron en Cartagena cuatro muertes por accidentes viales. Las fatalidades fueron protagonizadas por motociclistas, que seguramente han sumido en la tristeza y el dolor a sus familias. Según datos de la Agencia Nacional de Seguridad Vial, Colombia cerró el 2023 con más de 7.500 víctimas de accidentes de tránsito, la mayoría de estos (entre muertos y lesionados) fueron hombres, con edades comprendidas entre los 17 y 29 años.
Este es un problema de salud pública y más si tenemos en cuenta que la población más afectada se encuentra en edades productivas y que en el caso de los lesionados, sus heridas muchas veces representan incapacidades de por vida, lo que supone enorme atención de sus círculos de apoyo y grandes cargas para el sistema de salud. Volviendo al foco local, las alarmas también las deberíamos encender en Cartagena, especialmente por cuenta de la cantidad de personas que han hecho de la motocicleta un medio no solo de transporte, sino de subsistencia.
Un tanto por falta de autoridad, pero también por falta de cultura ciudadana y hasta autocuidado, el tránsito es en varios sectores, tierra de nadie. No solo las más mínimas medidas, como el uso del casco y un chaleco reflectivo para las motos, se pasan por alto, también el paso por las cebras, los cruces prohibidos, los límites de velocidad. Y ni hablar del Seguro Obligatorio de Accidentes de Tránsito (SOAT) que debe tener todo vehículo que circule en Colombia, pues es claro que en Cartagena gran parte de los motociclistas o conductores de carro, no cuentan con este documento.
En el caso del tránsito, sí que aplica la consigna de que, para portarse bien, no es necesario tener un policía en cada esquina, pues la mayoría de las normas vigentes apelan es al sentido común. A pesar de los esfuerzos por parte de la Alcaldía para organizar el asunto de la movilidad en la ciudad, las acciones no darán abasto si seguimos pensando que en materia de seguridad vial prima la ley del más fuerte o del más vivo, como lo ven algunos. Aunque probablemente sean medidas impopulares (pues se considera que quitan agilidad a la hora de desplazarse), varios sectores requieren, por ejemplo, de semáforos y pasos peatonales con urgencia, y la cultura vial debería ser una materia obligatoria todos los años en las aulas escolares.
Es claro que la zona urbana necesita de inversiones para organizar el tráfico y poner las calles y avenidas al servicio de la gente, sin embargo, la infraestructura y la señalización no garantizan que no sigamos perdiendo vidas en la vía, cortando sueños e ilusiones, por el mal comportamiento o la imprudencia al manejar.
Aunque este tipo de problemas parecen ir sobre ruedas, su solución necesita es una gran mecánica cerebral, para cambiar de mentalidad.