Magistral texto del investigador Enrique Luis Muñoz Vélez sobre el legado del genial músico cartagenero Rufo Garrido.
El Cebú es el logro máximo de unos pulmones educados y de una cabeza que conocía la naturaleza interpretada. Jorge García Usta[2].
Por ENRIQUE LUIS MUÑOZ VÉLEZ
PARTE INTRODUCCTORIA
El papel de la fotografía en la investigación histórica y cultural es de suprema importancia, mucho más, si se intenta restaurar la memoria, es decir, el pasado para construir el discurso de una figura cimera en la música de Colombia, desde las arenas del Caribe. Se trata pues, de Rufo Manuel Garrido Gamarra (1896 – 1980), todo un ícono en la música caliente, bailable que en el tránsito de su vida artística hizo de Barranquilla el escenario natural al haber escrito páginas memorables en los carnavales de aquella ciudad, en Mi Kiosquito de Víctor Reyes.
La fotografía es una fuente visual poderosa para precisar y ordenar de manera sistemática un discurso histórico consistido en fuentes primarias que acopian un valor probatorio a lo que la palabra expresa en la transformación de la escritura, en este caso, episodios medulares en la vida, obra compositiva y orquestación de Rufo Garrido.
La fotografía es un elemento documental de carácter histórico artístico, testimonia de primera mano el acontecer social y cultural de un pueblo, en el caso que nos ocupa, se convierta en pieza visual de las actividades musicales de Rufo Garrido, saxofonista – tenor, que hizo del instrumento otro tipo de pincel para dibujar y colorear ideas musicales de hondo arraigo popular.
Con la complacencia de cuatro de los hijos de Rufo Garrido: Fermina, Carmen, Yenis y Abraham Rufo (el único hijo músico, saxo tenor), intercesores generosos al facilitarme recorte de prensa y el archivo fotográfico de su progenitor, me dispuse a emprender a manera de semblanza artística el trabajo investigativo de este maestro de nuestra cultura musical.
Se ha dicho en las voces de estudiosos del ejercicio profesional de la fotografía, como Nereo López, que el fotógrafo es una especie de notario público al registrar un testimonio visual para el tiempo (entrevista con Nereo López, Cartagena, 1994). Pues bien, el archivo fotográfico que preserva con celo amoroso Fermina Garrido Martínez, la hija mayor del músico ha facilitado andar camino y desandarlo a la vez, para darle forma a la investigación de cuyo contenido surge el presente texto: Rufo Garrido Diciembre Llegó Con Su Ventolera.
La fotografía trasciende el goce estético y la utilidad pragmática de su uso como instrumento cognitivo artístico, lúdico, didáctico, de inventariar la realidad en un momento histórico con las propias afectaciones emocionales que ella encara como acta notarial del fotógrafo y de los familiares del fotografiado.
EL ARTISTA
Uno de los músicos colombianos de mayor expresividad con el saxo tenor. Compositor musical y artesano de oficio (pintor artístico y de brocha gorda). Nació el 14 de noviembre de 1896 en el callejón Garrido[3], donde estuvo ubicada la panadería de Víctor Manuel Garrido su padre, de donde la gente bautizaría con el apellido paterno dicha calle; la madre Fermina Gamarra, dedicada a los quehaceres de la casa en el barrio El Espinal.
EL APRENDIZAJE
Autodidacto y en veces se asomaba por la Academia Musical de Eusebio Celio Fernández, donde él pudo cancanear algunas lecciones de gramática musical. Y en la Escuela Salesiana de Artes y Oficios al lado de un sacerdote español se enamoró de los instrumentos aerófonos. Pero el verdadero maestro lo fue Aureliano Tejada Gastelbondo, miembro integrante de la Orquesta Jazz Band Lorduy y saxofonista como él. Después se haría a pulso propio callejeando sones del trópico con bandas de músicas como parte de su escuela formativa con la complacencia del clarinetista Ceferino Meléndez[4]. Tuvo actividad musical al lado de Carlos Gómez Padilla, un agente festivo del 11 de noviembre por su recurrencia a disfrazarse de mujer y con la certeza de que su virilidad no ameritó duda alguna.
Fue miembro de la Orquesta de Juan Pérez, bajista artesano (carpintero) en 1925, liderando la línea de saxofones. Participó en la creación de la Orquesta de Miguelito Herrera, banjista y artesano (peluquero) para la misma época. La tercera orquesta donde participa Rufo Manuel Garrido Gamarra, es la del artesano (peluquero) Domingo Zárate en 1937. El movimiento de artesanos músicos de Cartagena tuvieron una gran actividad social y cultural a través de dos escenarios creados por los artesanos y obreros: Salón de Baile Estrella Roja de clara filiación marxista en el barrio Getsemaní, calle del Carretero y el Club Libertad en el Playón Grande[5]. La relación artesanos músicos ha sido una tarea emprendida de manera conjunta con el historiador y músico, Luis Carlos Lorduy Vergara en desarrollar la historia del artesanado con el oficio alternativo de la música en Cartagena y en el Departamento de Bolívar.
EN LAS VIEJAS SABANAS DEL BOLÍVAR GRANDE
Miembro de la Orquesta del bajista Charles Boutler, músico haitiano asentado en Corozal, luego, en Sincelejo y, orquestador de las sabanas de Sucre y Córdoba.
Butler visionario, supo enseguida que Garrido era otra clase de músico. Bastaba verlo emperifollar el saxo como un altar, chupar la boquilla como un pezón tenazmente deseado y soltar las amarras de la improvisación[6].
Conformó la Orquesta Unión Montería en la línea de viento con el saxo tenor, haciendo las delicias en cada improvisación, su alma de músico mulato daba le sensación de ser un espíritu errante de Nuevo Orleans extraviado en el Río Sinú.
INICIOS COMPOSITIVOS
Las primeras composiciones de Rufo pasaron un largo tiempo sin llegar al disco, una de ella, El Cebú, en ritmo de fandango, compuesto en 1941[7] ha logrado mantenerse en el gusto de los melómanos y es quizás, uno de los temas más celebrados. En ese orden de idea, Bahía, una obra con gran influencia del jazz swing, donde Rufo Garrido muestra su sabor y maestría en la improvisación. El saxo tenor es la mediación entre el clarinete y los instrumentos metálicos como: trompeta, trombón de vara y bombardino de cuyo enlace Garrido se vale para desarrollar los motivos melódicos en los instrumentos de alientos.
El clarinete, saxo tenor como enlace con el trío: trompeta, trombón de vara y bombardino, fue una constante en su esquema instrumental, tanto en lo compositivo y orquestal. Marcó un sonido basado en los aerófonos privilegiando la estructura bandística escuela formativa de la mayoría de músicos populares colombianos, desde su etapa de músico al lado de Carlos Gómez Padilla, “Piquinini” (artesano peluquero) con la Banda Cartagena.
Las primeras grabaciones las realiza en 1950 con Discos Fuentes, bajo el registro de la Orquesta A No. 1 y otras composiciones con las orquestas Melodía y Orquesta Emisora Fuentes, donde deja para los acetatos parte de su magisterio creativo.
En 1952 grabaría otros temas para Discos Tropical de Barranquilla: El chinche y La mula, fandangos de rancio sabor placero con reminiscencia al mundo taurino y al escenario prostibular como era la costumbre de la época en la música popular costeña[8]. Esconder el nombre de la dama de la noche o de su cabrón empedernido con la nomenclatura zoológica. Utilizaba la guitarra para confirmar tanto la línea melódica como la armonía para la escritura del score y luego de las partes.
En el año de 1953 conforma su propia orquesta de gran demanda en el Caribe colombiano, principalmente en Montería, Sincelejo, Barranquilla y Cartagena. Entre el mundo festivo novembrino de Cartagena, Ciénaga, Santa Marta[9] y los carnavales de Barranquilla, Rufo Garrido adquirió prestigio y desde luego, nombre artístico. La Orquesta de Rufo Garrido era de una demanda tal que, su esposa e hijos solo tenían noticias de él por la prensa y el noticiero Informando de Marcos Pérez Caicedo[10].
La Orquesta de Rufo Garrido (1953) integrada para la época por los siguientes músicos: Trompetas: Ausberto de Ávila y Sabas Pacheco; batería: El Niño de Ávila; bajo: Cristóbal García Vásquez, “Calilla”; Saxofones: Rufo Garrido, Nicolás de Ávila y Hernando Mendoza; cantante: Victoriano León Marimón.
La Ñeca y El Cebú tuvieron notable divulgación con Discos Fuentes y La Orquesta de Pedro Laza que catalizaron a Rufo Garrido gracias a la estrategia de Emisora Fuentes. La versión de El Cebú con Pedro Laza es la primera grabación del fandango, con los solos del saxo tenor de Garrido en 1956. La sonoridad y prestigio de Pedro Laza y sus pelayeros tuvieron la base a través de la escritura composicional e instrumentación, se debió a los siguientes músicos: Rufo Garrido, Edrulfo Polo, Manuel Villanueva, Nicolás De Ávila, Clímaco Sarmiento y Lalo Orozco, entre otros.
Con el Cariseco, grabado en 1957 ratifica su fuerza expresiva de gran aliento en los pasajes de improvisación, le otorgaba a sus toques un entusiasmo contagioso y directo en el bailador. El tema el Cariseco tuvo el respaldo de Pedro Laza y sus Pelayeros. Él hizo del instrumento un motivo identitario que el público gozaba al saberse que ese toque tenía nombre propio, el gran Rufo Garrido.
Grabó el mapalé Ten con ten de Dionisio Páez (artesano: albañil y carpintero), donde la función rítmica soporta toda la construcción compositiva, apoyado en la tumbadora, güiro, maracas y el timbal, acentuando la parte percutida en el cencerro con Clodomiro Montes, el popular Puerto Rico. Sobre el tema en mención, el conocido investigador José Portaccio Fontalvo (2009, 196)[11], nos habla no de un mapalé, sino de un ritmo creado por Rufo Garrido, (El teconté[12]) que popularizaría Crescencio Camacho. Otro tema señalado por Portaccio en ese ritmo es Cuando te vayas. Mujer, ron y pastel de Rosendo Martínez en ritmo de fandango lo graba Rufo con su orquesta, cantando “El Pibe” Isidro Velazco dándole ese toque frenético en la marcación del 6/8 con acentos rápidos en el redoblante y los matices tímbricos de saxo tenor y bombardino para darle sabor a plaza y al mundo de los manteros pueblerinos.
El porro Diciembre 24 cantando Tony Zúñiga, expone la complejidad de dicho ritmo por su sincretismo musical y pasajes acompasados que remiten auditivamente a elementos contradancísticos. Dos movidas guarachas en la voz de Tony Zúñiga y composición de El Pibe Velazco, Mire usted y Con la lengua afuera, canta El Poly Martínez, con la orquestación de Rufo Garrido.
El debut musical del cantante Crescencio Camacho fue con la Orquesta Danubio Azul en Sincelejo, gracias a Rufo Garrido que era integrante de la agrupación. Camacho inmortalizó con su sandunguera voz temas orquestados por Rufo Garrido, entre ellos: Falta la plata a dúo con “El Pibe” Velazco, Que toque Rufo, Pachito te coge el toro, El queso, La carestía, Catana, No tengo la culpa, Cuando te vayas, La carestía y La cumbiamba[13].
Entre otros cantantes de la Orquesta de Rufo Garrido, figuran: Campo Elías Medrano, Carmen Elguedo y Eliseo Herrera que con sus voces dieron a conocer un catálogo compositivo del excelso tenorista bastante amplio y soportado en el archivo de SAYCO[14], entre otras obras: A la luna, Amor con tambor, Ángeles somos, Arriba de la loma, Dos mantazos, El amigo, El arranque, Ese es mi disfraz, Con antifaz, Viva noviembre, La cumbia me gusta, Mapalé musical, María Manuela, Mi palenquera, Fiesta en Cartagena, Mi tití colorao, Arroz con cangrejo, Bocachica, Brincando el carro, Cara e piedra, El mochilero, El gallo flaco, Lamento negro, Las brujas son, Ñeque en totuma, No quiero zorra y Tráete media, entre otras composiciones.
El músico hizo de la ciudad de Barranquilla el escenario natural de su vida artística, dando la sensación que tuviera un contrato de exclusividad en Mi Kiosquito, donde se inmortalizó como un actor carnavalero amenizando los bailes de la Arenosa. El sonido alegre, entre duro, áspero y fluido en su expresividad le otorgó merecida fama en toda Colombia. Su estatura física de un metro con ochenta corrió paralela a su gloria artística siempre. Barranquilla, la ciudad y su gente lo acogieron como suyo, un verdadero icono de la música costeña.
El talento creativo de Garrido se muestra en todo su esplendor cuando en los carnavales de Barranquilla en 1961 se aventura a mostrar a una cantante invento suyo, en el tema La Palenquerita, haciendo su debut en Mi Kiosquito con Ceferina (Salinas o Cáceres, sus apellidos), y luego, grabaría con ella, siendo la novedad.
La Palenquerita (en ritmo de mapalé) la estrena en Mi Kiosquito donde él era el número uno en la exigencia de bailadoras y bailadores que lo escogieron y aclamaron siempre como el músico de sus predilecciones. Cabe señalar que, la foto de Rufo con Vicenta Palomino Herrera[15], mujer nacida en San Basilio de Palenque, marca un hito, cuando lleva al escenario artístico a una mujer que nunca pensó en llegar al mundo del disco y dejar un testimonio sonoro de su voz (pregona el dulce de la alegría) y visual a través del documento fotográfico.
El buscapiés motivo escrito para las fiestas novembrinas no tuvo límite geográficos y convertido en éxito en los carnavales de Barranquilla, Ciénaga y Santa Marta donde fue el delirio y su estatura inmensa de músico se incrementaba en cada una de sus composiciones[16].
Escribió a punta de jarro (saxofón) estupendas páginas musicales como compositor e instrumentista exquisito, músico visceral de ingeniosas creaciones y un gran discurso improvisatorio con el saxofón tenor donde desbordaba imaginación y una alta emocionalidad en su sentir estético. Con él la música costeña adquirió fama y renombre y poco a poco, con sus aportaciones ayudó a escribir el mapa sonoro de Colombia.
En un taller musical[17] de veinte horas con Francisco Zumaqué le escuché al maestro expresar varias veces las sabrosuras musicales del saxo tenor de Rufo Garrido, que luego ratifica en un arreglo con su orquesta, éste reconocimiento de una gloria musical de Colombia pone a Rufo Garrido en su justa dimensión.
Que toque Rufo Garrido era una exigencia del público expectante y un reconocimiento al músico por sus fraseos melódicos, que devino en título a una de sus composiciones.
RUFO EN LA ÓPTICA DE GARCÍA USTA
Rufo es uno de los juglares que habitan el patio diseñado por los cronistas Jorge García Usta y Alberto Salcedo Ramos. Y de patios supo mucho por ser actor artístico en los oficios musicales de los prostíbulos de Tesca[18]
La mayor parte de su vida nocturna había transcurrido entre esos seres que se daban a la noche con un frenesí amargo, y mientras él tocaba el saxo podía verlos vomitar o llevarse un cliente a una pieza y despacharlo en tres patadas, regresando para pedirles una canción y recordarle que él era grande y que su garganta venía de alguna vecindad con el cielo. Garrido les creía y los amaba. Amaba además el Viejo Tesca con su molienda de música, sus coloretes de escándalo y sus cuchilleros. Y había pintado las paredes de las cantinas con murales de su propia mano e inocencia. Y cerca de esos murales, las parejas seguían apretujándose mientras el saxo maestro ofrecía perpetuos sones de monte[19].
La prosa a hueso limpio, descarnada de García Usta pinta al retratista que a sones musicales fue definiendo su destino de músico en las noches mal dormidas.
Conocí a Rufo en la casa de Escallón Villa, me hizo escuchar un cassette, donde le tocaba el saxo tenor a una hermana que peleaba con la muerte, le cantaba y le decía cuanto la quería… que no se iba a morir porque ese vals que instrumentaba para ella, era una manera de devolverla del camino de la muerte a la vida. No te mueras hermana mía, su nombre era: Paulina, su hermana menor.
Rufo Garrido es una cifra mayor en la historia de la música popular de Colombia. Que toque Rufo Garrido desde la perpetuidad cuando se encamina el 3 de noviembre de 1980 a encontrarse con sus familiares idos hacia la otra orilla que lo comunica con el oriente eterno en la descarnadura del cuerpo y poner a volar el alma. Vino al mundo de Cartagena de Indias en el mes de noviembre y se fue en el mismo mes en la ciudad que lo viera nacer; hoy su obra compositiva lo mantiene vivo en el imaginario colectivo del pueblo colombiano.
[1] Título original: Brisas de diciembre.
[2] Diez juglares en su patio.
[3] El nombre real del callejón es San Antonio.
[4] Conversaciones con Rufo Garrido en su casa del barrio Escallón Villa, calle Cristóbal Colón, 1973. Primer encuentro con el músico.
[5] Archivo de la familia Lorduy Garrido. Ver, Muñoz (2007). Jazz en Colombia. Desde Los Orígenes de Los Años 20 Hasta Nuestros Días.
[6] García, J. y Salcedo, A., en la obra citada, p. 78..
[7] Archivo de la familia Garrido Martínez.
[8] Entrevista a Rufo Garrido, abril de 1974, Cartagena. Entrevista a Rufo Garrido (hijo), varias desde 1998 – 2013.
[9] Conocí en el 2000 en el barrio El Cundí de Santa Marta a Rufo Ensuncho Paneflex, artesano, samario, su nombre fue en honor del músico cartagenero, lo que indica a las claras de su prestigio musical.
[10] Entrevista a Jaime Lorduy Garrido, Cartagena, 2008.
[11] Colombia y su música. Vol. 1.
[12] Un cambio de escritura.
[13] Archivo de Jaime Lorduy Garrido, músico y sobrino de Rufo Garrido.
[14] El músico Conrado Marrugo Vélez, facilitó el catálogo compositivo de las obras acreditadas en SAYCO.
[15] Ceferina Cácceres Cassiani fue la voz de una palenquera que hiciera los pregones, pero ella jamás se decidió, de acuerdo con Rufo era una voz muy melodiosa y con un alto sentido del ritmo.
[16] Archivo de prensa 1958 – 1965.
[17] El taller se desarrolló en el Teatro Adolfo Mejía de Cartagena a los integrantes de la Orquesta Kalamarí Big Band, del cual fui su Asesor Cultural y presentador y miembro fundador de la agrupación.
[18] Entrevista a Jorge García Usta y Rafael La Madrid Pinto (1992), pianista de la Orquesta de Rufo Garrido en 1967.
[19] García, J. y Salcedo, A. (1994). Diez juglares en su patio. Bogotá: Eco Ediciones, p. 76.
Excelente tu escritura,muy bien investigado , felicitaciones