Por John Zamora.- Director de Revista Zetta.- Daniel David Paternina debe estar en la gloria de Dios con la angelical santidad de sus diez años. Temprana despedida debieron darle sus familiares a este niño, lleno de ilusiones, entre ellas la de ser futbolista. Es el gran sueño de muchos pelaos que ven en el balompié la forma de salir de la pobreza, como lo hicieron los privilegiados cracks que juegan en las ligas de Europa.
Daniel David Paternina, el menor de seis hermanos de una familia desplazada, vino de la vereda bajo del Tigre, en Pasacaballos, a pasar unos días con su madre en el barrio Nuevo Paraíso, aprovechando los días de asueto por el paro de maestros.
Daniel David Paternina salió a jugar fútbol en la destapada calle 16 del sector Pantano de Vargas, con los amigos que había hecho en sus pocas horas de vecindad. Según los reportes de prensa, sus vecinos lo describieron como un niño amiguero, que de inmediato se hizo querer de todos en la cuadra.
Daniel David Paternina recibió un balazo en la cabeza en la noche del 13 de mayo, de esos que llaman “bala perdida”. Un parrillero se bajó de una moto y disparó contra un grupo de jóvenes. Ajustes entre pandillas, dicen.
Daniel David Paternina fue recogido inconciente por un vecino, y llevado en una moto a la clínica Madre bernarda. De allí lo trasladaron a la Casa del Niño, donde falleció a las 11 de la noche del mismo miércoles.
Daniel David Paternina solo fue llorado por su familia. Su muerte apenas se registró en los medios locales, pues los nacionales estaban ocupados con otras informaciones muchísimo más importantes.
Su muerte, así como el maltrato que sufren decenas de niños anónimos, o el hambre con que se acuestan miles de menores en los cinturones de miseria de Cartagena, no es noticia, no tiene ninguna importancia.
Para los medios de comunicación como El Tiempo, El Universal, Caracol, RCN o La W, y para los benditos “animalistas” ese día había que llorar la muerte, por un cólico, de un caballo NN, a juzgar por el generoso despliegue informativo.
Duele que un ser animado muera. Duele que muera un caballito. ¡Maldito cólico! ¿Por qué te lo llevaste? Hacer campaña política, tomarse fotos con el cadáver insepulto del insigne equino, inundar las redes sociales de lacrimosos mensajes, conceder sentidas entrevistas a las cámaras de Caracol o RCN, todo es poco ante la gigantesca tristeza por la muerte de un caballito. ¡Maldito cólico! ¿Por qué te lo llevaste? ¡Maldito cólico! ¿Por qué te lo llevaste? ¡Maldito cólico! ¿Por qué te lo llevaste? ¡Maldito cólico! ¿Por qué te lo llevaste? ¡Maldito cólico! ¿Por qué te lo llevaste? Mil y mil veces maldigo y pregunto: ¡Maldito cólico! ¿Por qué te lo llevaste?
Entre tanto, y sin miedo a que me linchen, yo sí derramé una lágrima y elevé una plegaria por Daniel David Paternina. Mi conciencia está tranquila.