Muchos hombres callan un drama, tal vez a causa del machismo: cuando la infidelidad es de la esposa. El miedo, el temor al qué dirán, el orgullo herido, el creer que la infidelidad es potestad exclusiva de los hombres, hacen que el tema parezca tabú, y eso es lo que muestra “Manos vacías” una producción latina de carácter experimental en la que el protagonista es un talento del Caribe colombiano: Álvaro Hernández.
El rodaje se desarrolló en Miami y fue realizado con todo el esfuerzo que caracteriza a las producciones independientes, de bajo presupuesto financiero pero de alta inversión personal en talento y sacrificio. Todo comenzó a finales del 2013 como fruto de un esfuerzo conjunto de varios amigos vinculados con el mundo audiovisual, y que decidieron confluir en un proyecto fílmico.
La directora es la escritora uruguaya Graciela Machado, quien inicialmente había prospectado la historia de un personaje femenino llamado Raquel. El equipo reunido comenzó a visualizar el producto final y determinaron que era mejor que la víctima de la infidelidad fuese un hombre y retratar su sufrimiento. “Siempre el hombre es el infiel, pero aquí es al revés”, dice.
Graciela es la primera vez que dirige, pues se dedica a escribir historias de ficción, pero expresa que el filme “es drama puro, de alto contenido dramático, ya que es más fácil hacer reír que llorar”.
El equipo comenzó a poner de su parte cada cual, sin “cash”. Uno de ellos, el ecuatoriano Rodrigo Aguilar, es productor de televisión en una cadena hispana. Aunque hubo algunos castings, el personaje principal lo asumió Álvaro Hernández, un profesional del turismo y mercadeo sincelejano, graduado en Cartagena y residenciado en Miami, con una vocación actoral intacta. La protagonista femenina es la actriz Johana Martínez, de origen colombiano. Los actores secundarios y extras son familiares o amigos cercanos.
La historia retrata el matrimonio perfecto, que tiene una hija que adoran, pero todo cambia en un instante, el momento en que la esposa tiene una aventura y es descubierta por el esposo.
El resultado de todo el experimento audiovisual es satisfactorio, según expresa Rodrigo Aguilar, quien señala que ahora viene la etapa de mercadeo y exhibición, pues algunas cadenas de televisión han mostrado interés en emitirlo. También se proponen llevarlo a festivales como el FICCI y a premios de producciones independientes.
Álvaro Hernández no solo está contento sino ilusionado con mostrar este producto, pues considera que tiene altos niveles de intensidad dramática y actoral.
Según la directora Graciela Machado, Hernández “es buen actor de drama, tiene formación teatral”.
La vena actoral en Álvaro Hernández siempre ha estado latente y fue su pasión desde su infancia en Sincelejo, aunque a sus padres nunca les gustó. Por eso lo matricularon en una universidad de Bogotá, pero un giro del destino lo llevó a estudiar Administración de Empresas Turísticas en la Tadeo Lozano de Cartagena. Sus padres nuca supieron que aprovechó su tiempo en la “nevera” para ingresar a una escuela actoral y ese fervor lo plasmó en actividades culturales en la Heroica. Al buscar horizontes profesionales terminó trabajado en Miami, pero sacándole espacio para la vocación actoral, como ha ocurrido ahora con “Manos vacías”.