Por John Zamora.- Director Revista Zetta.- El calendario electoral señala que el 25 de junio inicia el proceso de inscripción de candidaturas para las elecciones del 25 de octubre, lo que implica también la entrada en escena de la ley de garantías, que impide la contratación directa.
Esto ha significado un arduo movimiento de hojas de vida para las famosas OPS (Órdenes de Prestación de Servicios) en todos los despachos públicos del país, cuyo momento culminante es este miércoles 24 de junio.
Los que tenían contrato hasta diciembre, benditos sean, por que son la minoría.
En general, la mayoría de las administraciones tenían todo calculado para que las OPS expiraran antes de junio, y así poder tener todo un amplio panorama a la hora de contratar.
Aunque las OPS se supone que son para cubrir una necesidad administrativa, en el fondo se trata de un instrumento político para atender a la clientela.
Las OPS son una expresión del poder de un agente político, directamente proporcional a su capacidad de influencia o importancia para el gobierno de turno.
Las OPS son, también, una especie de tasa de cambio en donde el dólar es una campaña y su equivalencia en pesos son los contratistas que cumplen doble función: la oficial, de servirle a una administración, y la no declarada, de servir de cargaladrillos de un candidato.
Mientras la OPS está en discusión, el jefe político y contratista babean por tenerla asegurada. “Una OPS y moveré al mundo” parece ser la consigna.
Las OPS también son un arma de disuasión: “si apoyas a mi candidato, tendrás más; si no lo apoyas, no tendrás nada, o te aminoro lo que tengas”.
Son, incluso, parte de todo un código de conducta política: “si te mantengo tus OPS, así no me apoyes, es para respetar tu espacio y que respetes el mío, y después no digas que intenté destruirte”.
Todo queda consumado el 25 de junio. Las OPS quedan en firme. Cesan los trasnochos de los funcionarios, los afanes, las reuniones de última hora, las órdenes y contraórdenes, la búsqueda de antecedentes de Procuraduría, Contraloría y Policía, la afiliación de seguridad social. El presupuesto queda consumado y consumido.
Pero el estado de las cosas cambian. De ser un aspirante a OPS, ya eres un contratista, tienes el documento en tu mano, firmado, rubricado, radicado, escaneado, numerado, asegurado.
Los jefes políticos beneficiados están contentos, tienen lo que querían o se acerca mucho a lo que esperaban, porque son insaciables como barril sin fondo.
Si el compromiso era votar por tu candidato, ahora puedo revaluar eso. Ya tengo mis OPS. Puedo irme con ellas a otra parte, o respetar el acuerdo, honrar la palabra.
Cual cadena, incluso el contratista individual puede hacer lo propio con el padrino que le consiguió la OPS, e irse para donde otro candidato o simplemente hacerse el de la vista gorda.
Por eso nada impide, en rigor, que opere la ley que sucede cronológicamente a la de Garantías. Es la casi anónima pero latente ley del bembeo.