El nuevo Mercado de Santa Rita es el único instrumento con que cuenta el Distrito para enfrentar el traslado de Bazurto. Único porque los problemas amenazan la Central de Abastos anunciada por la administración que pretende la irracional reubicación de 2500 comerciantes mayoristas y detallistas en una zona complicada de la ciudad, sustentada en estudios plagiados y considerando que existe demanda contenciosa administrativa que impugna la cesión gratuita del predio al Distrito en el cual se construiría el centro de acopio por ilegalidad de la resolución dictada por la Gerente de Corvivienda en tal sentido.
Muchas han sido las dificultades que ha tenido el gobierno para sacar adelante este proyecto que será piloto del sistema descentralizado de abastecimiento alimentario que acercará la provisión de alimentos a las comunidades cartageneras, sirviendo de escenario para impulsar la economía popular representada por un gran número de comerciantes estacionarios y operadores de colmenas del antiguo mercado de Santa Rita y Bazurto, quienes deben encontrar en la nueva plataforma de comercialización un espacio para mejorar ingresos y ofrecer a los consumidores de los barrios aledaños alimentos en condiciones de calidad y precios justos, esto es, toda una posibilidad para desarrollar una política seria de seguridad alimentaria.
Con inversión que superara los $12 mil millones, causa preocupación que la obra no avance a ritmo deseable, al punto que no se conoce fecha de entrega del Mercado reconstruido.
Este es el problema menor si se considera la crisis social que se esconde detrás de los retrasos de la obra civil. En efecto, en el mes de diciembre de 2013 me correspondió concertar la salida del mercado de 80 comerciantes debidamente censados que venían ocupando las instalaciones que debían ser demolidas. Para tal efecto el Distrito entrego una pequeña suma equivalente a unos $3 millones a cada comerciantes con el fin de que se establecieran provisionalmente en locales privados y determinó la implementación de un programa de acompañamiento socioeconómico que mitigara las dificultades de la nueva situación y los preparara para regresar dentro del año siguiente.
Pues bien, es seguro que la suerte de los 80 comerciantes y sus familias es más que incierta en la actualidad, puesto que no se sabe si el Distrito ha estado al lado de los comerciantes en esta etapa de transición para saber si están quebrados o no y mucho menos sabemos de la suerte de la segunda etapa de la reconstrucción relativa a acabados del mercado.
Tengo el profundo convencimiento de que el éxito del traslado de Bazurto se encuentra no tanto en la construcción de las nuevas plataformas de comercio de alimentos como en el compromiso sincero del gobierno para preparar y acompañar a los comerciantes populares en este difícil proceso de transición, con capital, capacitación y asesoría. Cumplir compromisos del Plan de Desarrollo y lograr una articulación de pequeños y grandes comerciantes es clave.