Por Danilo Contreras (Especial para Revista Zetta).- He escuchado demasiado, en boca de ciudadanos de diversa procedencia, expresiones de admiración respecto de funcionarios que pese a desviar hacia sus bolsas un porcentaje del presupuesto, alcanzan la proeza de dejar una que otra obra para la conforme cristiandad. “Que roben pero que hagan” es la licencia que sin remordimiento expiden algunos paisanos a ciertos dirigentes.
Encuentro en esta frase desesperanzadora una renuncia irrevocable a la vocación de servicio que en algún momento pudo ser la principal motivación del empleado público que da cuenta del tono moral de ahora.
Hay otras frases, enunciadas con cierta simpatía y aparente profundidad, que encubren un cinismo desbordante.
Transitaba una de estas mañanas por la avenida Blas de Lezo y me llamó la atención un letrero en la valla de cierre de una obra que se realiza a orillas de la Bahía de la Ánimas en el que se lee: “Las molestias pasan, las obras quedan”, toda una filosofía. Desconozco el autor de la inscripción, bien pudo ser un espontaneo, dada la rudeza del estilo de la letra, pero confieso que su lectura me provocó algunas consideraciones.
La primera es que en demasiadas ocasiones las molestias se extienden y las obras no se alcanzan a ver. Por señalar un ejemplo, hace un par de semanas El Universal daba cuenta de la protesta de la comunidad de Los Jardines que exigía la culminación de obras de reconstrucción de una vía.
En el tópico de la pavimentación de vías, los dolores del progreso “al debe” se prolongarán más de la cuenta y sus consecuencias las padecerá el alcalde o alcaldesa que elegiremos el próximo 25 de Octubre. El mismo diario El Universal publicó el 27 de julio de los corrientes que la Secretaría de Obras anunciaba que habían sido pavimentados 25 kilómetros de vías de 85 concesionados, de modo que faltaban 57 kilómetros que deberían ser entregados a más tardar el 31 de diciembre de este año.
Lo que dejó de anunciar el funcionario de obras es que muchos de los plazos otorgados a los contratistas se encuentran vencidos y que, tal como lo anunciara Funcicar en su informe de transparencia en la contratación distrital, la mayoría de las obras contratadas con el empréstito de $250.000 millones que tiene empeñado al Distrito, no podrán ver la ardiente luz del sol que azota a la Heroica, como tantos otros males, puesto que el crédito se contrató al 100% sin dejar margen presupuestal para ajustes de diseño de obra que son tan comunes en la contratación criolla, mucho más cuando los diseños son poco confiables por cuenta de la agrupación irracional de las obras en el propósito adjudicarlas a proponentes únicos. El informe señala que el costo por obras adicionales podría ascender a $80 mil millones. Tremenda culebra le espera al próximo alcalde.
Al leer la inscripción también alcancé a pensar que su autor, por ahora desconocido, parece estar convencido que toda la cartagenería padece la sosegada idiotez de aquellos que legitiman el latrocinio a cambio de una que otra obrita.