Por Esperanza De Lavalle.- (Especial para Revista Zetta).- La legislación colombiana está en mora de regular a las firmas encuestadoras para el manejo de los temas políticos. Le escuché recientemente al exministro Juan Lozano, y las razones sí que le sobran, la medición de intención de votos de los últimos días mediante dicho instrumento, dejan mucho que pensar.
Por eso, como anillo al dedo, cayó esta opinión de este prohombre expresada en Blu Radio, el martes cuatro de agosto, tras el desconcierto de algunos resultados.
Vale la pena destacar el buen sentido con que Lozano propuso el término: regulación. Visto como la necesidad de ajustar, poner en orden algo, reglar el funcionamiento de un sistema, garantizando el derecho de los integrantes de toda una comunidad, deseosa de conocer los resultados de medición de intención de voto a cargos públicos, sin que sean permeados por quienes ordenan y pagan.
No es limpio que los resultados de algunas encuestas se desprendan de la manera amañada o direccionada como se abordan las preguntas y, por consiguiente, inciden en las respuestas, ni mucho menos, los mecanismos de aplicación, complaciendo mezquinos intereses y dejando en desventaja a otros.
Menos limpio es realizar encuestas en algunos de los casos, ignorando el seudónimo o el apodo con que popularmente se le conoce al candidato y presentarlo, ciertamente, con su nombre de pila, que aún para el mismo aspirante, le resulta poco común. Con mucha más razón, para el desprevenido encuestado, que jamás lo verá como opción, porque sencillamente le es desconocido.
Un instrumento de medición abordado de esta manera, es viciado, y pone en desventaja al implicado o implicada.
Con historial como este, las campañas políticas no pueden verse por los resultados de encuestas, el día en que aprendamos a ver la opción como la mejor propuesta programática, cambiaran muchas cosas.
La cultura de esperar una encuesta para ver supuestamente como dicen en el argot politiquero, qué “cometa se eleva más alto “, para entonces decidir a quién adherir, es hora de cambiarla, con tozudos hechos como estos, los intereses no son beneficiosos para el bien común.