De Adam Smith a Mariana Mazzucato – Opinión de Álvaro Royo desde Xiamen

Por Álvaro Royo Bárcenas (Especial para Revista Zetta).- (Xiamen – China).– (26 de marzo de 2023).- Las teorías económicas parece que son creaciones que nada tienen que ver con uno, pero la creencia entre una y otra casi que han sido responsables de guerras mundiales, ataques a otros países y todos los años que se sufrió la guerra fría, en últimas por la creencia o negación de ellas han muerto millones de personas.

La Riqueza de las Naciones es una obra que casi que es el origen de la economía moderna, escrita por el filósofo y economista escocés Adam Smith y publicada en 1776. Aquí, Smith explica una serie de conceptos económicos clave, como la división del trabajo, la competencia, el mercado y la ventaja comparativa.

Uno de los conceptos más importantes que desarrolla Smith en La Riqueza de las Naciones es el de la división del trabajo. Según el, la división del trabajo es la clave del progreso económico y la creación de riqueza. Esta idea se basa en la premisa de que cuando se divide una tarea en partes más pequeñas y se especializa a los trabajadores para realizar cada parte, la producción se vuelve más eficiente y se puede producir más en menos tiempo.

En teoría esto suena muy bien.

Otro concepto bastante vital que Smith explora en La Riqueza de las Naciones es el de la competencia. Según Smith, la competencia es esencial para el funcionamiento de la economía libre de mercado, ya que obliga a los productores a mejorar la calidad de sus productos y a reducir sus precios para poder competir en el mercado. La competencia, argumenta Smith, también tiene beneficios a nivel social, ya que fomenta la invención y la innovación, y reduce los precios para los consumidores.

Esto en teoría también suena maravilloso.

Luego se mete Smith en la parte más controversial y famosa de su teoría la cual es la mano invisible del mercado; él afirmaba que cuando los individuos buscan el beneficio propio, esto conduce a la creación de riqueza y bienestar para la sociedad en su conjunto. Al actuar así, cada individuo es guiado por una «mano invisible» que lo lleva a tomar decisiones beneficiosas para sí mismo y para los demás. Qué maravilla, en teoría.

El concepto de mano invisible del mercado es a menudo malinterpretado y tergiversado. Lo que Smith quiso decir es que la economía de mercado es un sistema de precios y señales que guían la conducta de las personas de manera implícita. La mano invisible es el resultado de las decisiones tomadas por millones de individuos actuando en su propio interés. Cuando los individuos buscan maximizar sus beneficios, esto conduce a la asignación más eficiente de los recursos, lo que a su vez contribuye al crecimiento económico.

Lo que creo nuestro economista no llegó a calcular de la mejor manera, fue su análisis sobre el egoísmo en el individuo, ya que pensaba él que el ser humano es egoísta por naturaleza y mientras se actúa en beneficio propio por el accionar de ese egoísmo, al final terminas generando el bien común, si y no, porque lo que vemos hoy más de 200 años después es que eso no es una constante, las variables son inmensas y más aún, ya está demostrado que la mayoría de las veces ese “bien común” puede ser muchas veces limitado al círculo más cercano del egoísta que está generando la riqueza

La mano invisible es una forma de auto regulación. (Según Smith), los consumidores y productores buscan su propio beneficio en el mercado, lo que a su vez maximiza el bienestar de la sociedad en su conjunto en términos de prosperidad y libertad. Esto significa (dice él) que los mercados pueden funcionar sin la intervención del gobierno. Smith afirmó que el papel del gobierno se limita a garantizar la paz, la justicia y la seguridad del Estado.

247 años después, aunque no se puede negar que las muchas cosas buenas expresadas por él de ese libre mercado y esa mano invisible han traído bastante desarrollo, tampoco se pueden negar los excesos cometidos por ese egoísmo sin ningún tipo de regulación, con realidades evidentemente avergonzantes.

Y mientras Adam Smith abogaba en su teoría por un estado pequeño y lo menos metido en los asuntos del mercado, tenemos en nuestro tiempo presente una teoría que no propiamente defiendo lo mismo. 

Mariana Mazzucato es una economista que se ha destacado por su trabajo en la economía de la innovación y la relación entre el sector público y privado. En sus dos obras “El estado emprendedor” y  «El valor de las cosas», Mazzucato argumenta que la creación de valor en la economía moderna es un proceso colaborativo en el que tanto el Estado como el sector privado desempeñan un papel fundamental. Una simbiosis necesaria para beneficio de todos.

Ella dice que la economía moderna se ha caracterizado por una creciente desigualdad y una falta de oportunidades para las personas que no forman parte de la élite económica. En su opinión, el éxito económico se ha basado en gran medida en la explotación de los recursos naturales y del trabajo humano, sin tener en cuenta su verdadero valor. Qué valor real de las cosas se encuentra en el conocimiento y la innovación.

Sin embargo, la inversión en tecnología y en la creación de conocimiento es costosa y arriesgada, lo que hace que muchos sectores económicos se centren en la explotación de recursos naturales y humanos. Según Mazzucato, esta falta de inversión en innovación y conocimiento limita el potencial de creación de valor en las economías. Aborda el papel del Estado como algo irremplazable, necesario para que no solo haya desarrollo si no también el tan buscado equilibrio y reducción de la desigualdad.

Sostiene ella que ha habido una tendencia en muchos países a considerar al sector público como un obstáculo para la creación de riqueza y bienestar. Sin embargo, Mazzucato argumenta que el Estado ha desempeñado un papel fundamental en la creación de este valor, ya que ha sido el principal inversor en investigación y desarrollo en muchas industrias, defiende que el Estado no sólo es un mero regulador de la economía, sino que también debe ser un dinamizador de la innovación y la creatividad en la empresa. 

Aunque a muchos no les guste, esto de las teorías económicas no puede ser entendido literalmente, quizás en la combinación de varios aspectos de ellas pueda estar la solución, ahora bien, ellos son teóricos y las cosas la mayoría de las veces en ese punto funcionan, pero en la práctica las cosas casi siempre tienden a torcerse. 

Defender a raja tabla los postulado, para solo mencionar a algunos de estos economistas como Adam Smith, el griego Yanis Varoufakis, al estadounidense Paul Krugman, al francés Thomas Piketty, o a Jeffrey Sachs, Naomi Klein, entre otros, es un ejercicio poco útil porque lamento decir que ninguno de ellos posee la última palabra.  

El santo grial de la economía aún está por descubrirse.

Como siempre allí está mi email al pie de página para los que quieran escribirme sus opiniones acerca del tema y con mucho gusto les responderé

¡Un abrazo!

Álvaro Royo Bárcenas

Xiamen-China

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