Por John Zamora (Director de Revista Zetta).- Cartagena de Indias, 27 de abril de 2023.- Faltaron dos votos para que Ana María González saliera por la puerta de atrás de la administración, pero se cayó de pa’rriba y se atornilló al cargo de secretaria del Interior.
En conclusión, tras la fallida moción de censura, aquí no ha pasado nada, todo quedó como estaba.
Era la secretaria del Interior, y lo siguió siendo.
Los escándalos por euros y fundaciones, maltratos laborales, o criminalidad urbana disparada, ahí quedaron, no ha pasado nada.
El alcalde Dau andará feliz brincando, y por partida doble: todo el tiempo tratando a los concejales de malandrines, indisponiéndolos con las comunidades, presionando Procuraduría y Fiscalía, y ahora, en “agradecimiento”, la “joyita” de su gobierno resultó salvada por la campana. No pasó nada.
Y dentro del Concejo tampoco pasó nada… nada que no extrañemos.
La concejal Claudia Arboleda volvió a pedir permiso para no votar.
En agosto del año pasado, Zetta publicó un informe titulado “Concejal Claudia Arboleda: entre la duda jurídica o la cobardía política solo hay un “articulito».
En ese entonces llevaba 11 permisos para no votar, entre ellos asuntos como mociones de censura o elección de contralor.
Si la naturaleza de una corporación electoral es deliberativa, ¿qué hace esta señora en el Concejo, alérgica a deliberar?
Si es la única bancada de gobierno, ¿de qué sirve si cuando el gobierno la necesita, rehúye?
Y el argumento siempre es que tiene una “duda jurídica”. Ya es hora que las 11 dudas anteriores las haya disipado, y también es hora que contrate un asesor jurídico o se inyecte una buena dosis de valentigedol político para estos casos.
En la moción de Ana María, mejor actuaron como concejales de gobierno los ocho que negaron la moción, que la preclara cobardía política de única bancada oficialista. De nuevo, aquí no ha pasado nada.
Ahora hablemos de la imagen del Concejo. Con lo mal alcalde que ha sido Dau, resulta que la imagen del Concejo es peor, según Cartagena Cómo Vamos. Si Dau tiene 64% de desaprobación, el Concejo tiene 73%… y seguramente habrá crecido tras esta decepción.
Pero en términos generales, la imagen sigue por el piso, no ha pasado nada.
El presidente Lewis Montero tampoco ayuda. En todo este proceso se le vio dubitativo, nervioso, vacilante… muy novato, como principiante, y eso que lleva 20 años de concejal y es su segunda presidencia… en otras palabras: Lewis estaba «embolsao», y esto ayudó a que por las grietas procesales se metieran los intimidantes escritos jurídicos de la cuestionada funcionaria, que sumados al proceso abierto por la Procuraduría por la anterior moción de censura contra Armando Córdoba, minaron la confianza de unos cuantos, que se “aculillaron”.
A la hora de justificar el voto negativo, cada uno de los ocho salvadores de Ana María tendrá su explicación, pero en conjunto ingresarán al compendio de tantas historias desconcertantes de reacomodos pretéritos… recordemos, por ejemplo, la época en que tenían que encerrarse los concejales de coalición en el hotel Las Velas para evitar que alguno se volteara la noche previa a una decisión crucial…
Pero volviendo al presente, que quedan heridas políticas, desde luego, pero siempre las ha habido. Siempre ha habido coaliciones, un día estás en las mayorías, al otro en las minorías, siempre te estás moviendo. En eso el Concejo no cambia, no ha pasado nada.
Siempre hay un gobierno que busca aliados y mecanismos de alianza, castos o no, y siempre hay quienes ven oportunidades, antes que ideales. Aquí no ha pasado nada.
Así la victoria haya sido de una minoría, perdió todo el Concejo, y perdió la ciudad. La decisión nos privó de librarnos de la petulante y altanera superioridad moral que destila la foránea funcionaria, aparte de los pecados disciplinarios, políticos y penales en que pudiese haber incurrido. Este episodio le dio aire a un alcalde desinflado, y afianzó la negativa percepción de la corporación. Como he dicho, aquí no ha pasado nada, todo quedó como estaba.