Por Ambrosio Fernández (Especial para Revista Zetta).- Cartagena de Indias, 5 de octubre de 2023.- A algo menos de un mes de conocerse quienes serán los que reciban la bendición del pueblo en las elecciones locales, el panorama sigue siendo desalentador. Aunque a lo largo de años se han hecho pedidos, desde distintos sectores y en diversos escenarios, de la necesidad que tiene la ciudad de encontrar propuestas y acciones concretas que permitan aliviar la grave crisis que vivimos, los argumentos sólidos y los proyectos coherentes son complicados de encontrar.
De entrada, no es sencillo plantear soluciones más o menos aterrizadas o realizables al confuso panorama que atravesamos. Si algo ha sido constante en los últimos años en Colombia y en general en el mundo, es la incertidumbre. Es cierto que tal vez ninguna generación de seres humanos la ha tenido fácil, pero si han existido momentos en la historia en los cuáles el futuro se veía más brillante. Por ende, lo mínimo que debería exigirse a los candidatos a un cargo de elección popular es preparación; no obstante, y aunque es valiosa e importante, la preparación no debe radicar exclusivamente en la acumulación de títulos, de pregrados, posgrados o distinciones académicas, sino que debe traer consigo también la capacidad de hacer, de gestionar o de llevar a feliz término planes o estrategias.
La gestión pública no es un ejercicio cómodo, existe un abismo profundo y oscuro en el cual las buenas intenciones se pierden o se diluyen a la hora de llevar a cabo grandes transformaciones sociales. Muestra de esto son importantes figuras, del orden nacional e internacional, que han ganado sus elecciones enarbolando las banderas de la indignación, del desencanto y la queja con la cruda realidad, los cuales terminan cerrando sus mandatos con más pena que gloria. Con Petro pasa algo similar, más de un año después de su histórico triunfo, el cambio no arranca y su gobierno se empantana cada día más. Muchas de las figuras que acompañaron su victoria en 2022, entre los que se encuentran congresistas, ministros o directores de despacho, hoy tienen pobres gestiones o todos los días dan tumbos en la opinión pública.
Mal haría como cartagenero pretender que quiénes ganen las elecciones solucionen de golpe los enormes desafíos que enfrentamos, porque es claro que eso es un proceso que necesita de décadas, pero si me corresponde como ciudadano exigir a los candidatos propuestas más reales que tracen precisamente una hoja de ruta clara por la cual debe caminar la ciudad en los próximos años. A estas alturas, lo que domina la conversación política son gritos y señalamientos que solo profundizan las divisiones que tenemos como sociedad. Seguramente esa irritación que profesan frente a tanta injusticia social los lleve a ganar votos, pero no a ejecutar, porque a futuro la indignación impulsa… pero no edifica.